<p>El socialismo comienza en Francia, como ya lo mostraron J. Jaur&egrave;s y P. Kropotkin, con la gran revoluci&oacute;n de 1789. A partir de ese momento y hasta la fundaci&oacute;n de la Internacional, se suceden una serie de pensadores que proponen nuevas concepciones de la sociedad, basadas en la primacia del trabajo y en la idea de igualdad. Casi todas estas concepciones, que de un modo m&aacute;s o menos arbitrario se suelen denominar gen&eacute;ricamente &laquo;socialismo ut&oacute;pico&raquo;, presentan en conjunto un car&aacute;cte autoritario. Sin embargo, en todas ellas hay tambi&eacute;n una veta &laquo;libertaria&raquo;, que es preciso tener muy en cuenta, cuando no se quiere incurrir en est&eacute;riles esquematismos y en simplificaciones ileg&iacute;timas dentro del campo de la historia de las ideas.</p>