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<p>En la nueva edición de este ensayo histórico que narra y analiza la historia de la monarquía en los dos últimos siglos, y que la relaciona con los problemas actuales que la institución tiene hoy en día, Gerardo Pisarello refuerza el análisis histórico de la monarquía en el siglo XIX para mostrar de forma convincente por qué la monarquía podría haber sellado su declive irreversible.</p> <p>Como señaló la periodista Olga Rodríguez respecto a la primera edición de este ensayo, <em>Dejar de ser súbditos</em> resulta «un libro imprescindible para entender qué representa la monarquía en España y cómo, sin la inclinación ideológica del monarca actual, costaría entender la actitud de sectores reaccionarios del poder judicial, del Ejército o de ciertos medios de comunicación, exigiendo al rey que adopte las posiciones de la derecha extrema situándose fuera del marco constitucional»</p> <p>¿Qué sentido tienen las monarquías hereditarias en el mundo contemporáneo? ¿A qué fines e intereses concretos ha servido la monarquía en España? Partiendo de una mirada histórica, contextualizada, Gerardo Pisarello analiza críticamente el devenir de las monarquías modernas y de manera concreta el de la dinastía borbónica hispana, desde Fernando VII al actual rey Felipe VI. <em>Dejar de ser súbditos. El fin de la restauración borbónica</em> es un ensayo penetrante, que muestra de forma convincente por qué la monarquía podría haber sellado su declive irreversible, posibilitando la apertura de nuevos horizontes republicanos.</p>
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<p>El repaso de las gestas de 1873 y de sus antecedentes demuestra que la republicana es una cultura secular. Que no se agota en unos pocos episodios aislados, sino que ha permanecido en el tiempo, transformándose, pero con una notable penetración espacial.</p> <p>Históricamente, es posible registrar una geografía de republicanas y republicanos, incluso en momentos en que no hay República, que no se limita ni a Madrid ni a Barcelona. Y que resulta clave, todavía hoy, para explicar la política popular en La Coruña o Cádiz, en Málaga o Valencia, en Gijón o en Teruel. Desde esa perspectiva, el republicanismo aparece como un fenómeno con proyección peninsular, que desde sus inicios busca articularse a través de fórmulas federales y confederales, con programas de elevación de las clases populares y mesocráticas, críticas con el centralismo oligárquico al que la monarquía sirvió de pegamento.</p> <p>Este republicanismo social, (con)federal, de libre adhesión, sigue siendo una fuente viva de regeneración política, económica, territorial. De hecho, si la amnesia democrática no hubiera calado tanto, los 11 de febrero deberían ser, además de una efeméride digna de celebración popular, un momento clave de reflexión sobre nuestro futuro político y social. Apelar a esa recuperación no puede ser un gesto inerte de nostalgia.</p>