revolucion rusa

  • <p>La Revoluci&oacute;n rusa fue el acontecimiento m&aacute;s trascendental del siglo xx. El asalto al Palacio de Invierno de Petrogrado en octubre de 1917 fue vivido como la materializaci&oacute;n inesperada de una utop&iacute;a largamente perseguida: la de la ocupaci&oacute;n del poder por parte del proletariado y la construcci&oacute;n de una nueva sociedad sin clases. El acontecimiento espole&oacute; conciencias, ampli&oacute; el horizonte de expectativas de las clases populares e inspir&oacute; revoluciones y reg&iacute;menes pol&iacute;ticos por todo el mundo. Tambi&eacute;n desat&oacute; el p&aacute;nico y la reacci&oacute;n virulenta de sus posibles damnificados y la hostilidad de quienes, aun simpatizado con su arranque, no compartieron su devenir.<br /> <br /> A radiografiar este magno acontecimiento y sus consecuencias &ndash;pol&iacute;ticas, sociales y culturales&ndash;, la evoluci&oacute;n del mundo surgido de ella y el mito y la memoria de la revoluci&oacute;n en la actualidad se consagra 1917. La Revoluci&oacute;n rusa cien a&ntilde;os despu&eacute;s, una visi&oacute;n poli&eacute;drica, diversa y coral, de la revoluci&oacute;n y el siglo que engendr&oacute;.<br /> <br /> &nbsp;<br /> <br /> &nbsp;</p>
  • <p>En enero de 1907, cuando solo ten&iacute;a veinti&uacute;n a&ntilde;os, Natacha Klimova fue condenada a muerte por participar, junto a otros miembros del movimiento maximalista, en un atentado contra el ministro del Interior del r&eacute;gimen zarista. La pena fue conmutada por cadena perpetua, pero antes, mientras esperaba la sentencia, Klimova hab&iacute;a escrito a su familia una extensa carta que acab&oacute; publicada en la prensa y que conmovi&oacute; a buena parte de la sociedad rusa.</p> <p>La historia de Natacha Klimova no hab&iacute;a hecho m&aacute;s que empezar. Pero &iquest;qui&eacute;n fue Natacha Klimova? &iquest;C&oacute;mo lleg&oacute; una joven de la nobleza de Riaz&aacute;n a colaborar en el mayor atentado terrorista de la Rusia prerrevolucionaria? &iquest;C&oacute;mo consigui&oacute; escapar de prisi&oacute;n y qu&eacute; fue de ella durante su vida como fugitiva? Maud Mabillard decidi&oacute; seguir la pista de Klimova y reconstruir su historia a trav&eacute;s de cartas, documentos policiales y testimonios de quienes la conocieron.</p> <p>El resultado es esta <em>Flor roja</em> que, adem&aacute;s de llenar los vac&iacute;os biogr&aacute;ficos de Natacha Klimova, ayuda tambi&eacute;n a componer el complejo puzle pol&iacute;tico y social de la Rusia de comienzos del siglo XX. Un texto en el que habitan ide&oacute;logos, esp&iacute;as, campesinos o literatos &mdash;Tolst&oacute;i y Mayakovski, entre otros, transitan por estas p&aacute;ginas&mdash; y que, sin perder el rigor del documento hist&oacute;rico, adquiere por momentos la tensi&oacute;n de una trama policial.</p>
  • <p>Figura destacada de la Revoluci&oacute;n Rusa en el campo anarquista, Volin dedic&oacute; los &uacute;ltimos a&ntilde;os de su exilio franc&eacute;s a la escritura de &laquo;La revoluci&oacute;n desconocida&raquo;, un libro que s&oacute;lo ver&iacute;a la luz tras su fallecimiento. El propio t&iacute;tulo nos aclara ya lo que es su leitmotiv y su objetivo esencial, la revelaci&oacute;n de aspectos clave ignorados o tergiversados por la historiograf&iacute;a oficial y que resultan imprescindibles para enjuiciar los acontecimientos de 1917 en Rusia.<br /> <br /> Vs&eacute;volod Mij&aacute;ilovich Eijenbaum, que adopt&oacute; el nombre de Volin en la lucha revolucionaria, naci&oacute; en la Rusia central en 1882 y acudi&oacute; a estudiar a San Petersburgo poco antes de que se desencadenaran los hechos de 1905. Protagonista de &eacute;stos, Volin se ve obligado a partir al exilio en 1907, y es en Par&iacute;s donde cambia su militancia en el partido Socialista Revolucionario por el anarquismo que ya no abandonar&iacute;a. Sus dotes de periodista, propagandista y orador fueron esenciales en la organizaci&oacute;n de este movimiento en Francia y Estados Unidos, pero en 1917 regresa a Rusia para unirse a la revoluci&oacute;n. Participa despu&eacute;s en el movimiento majnovista de Ucrania y conoce las c&aacute;rceles de la Chek&aacute; moscovita hasta que la intervenci&oacute;n de sindicalistas europeos asistentes a un congreso del Profintern consigue cambiar su condena por el exilio. Establecido primero en Berl&iacute;n y m&aacute;s tarde en Par&iacute;s, resulta de nuevo un activista fundamental del anarquismo, aunque a partir de 1926 sus posiciones se apartaron de las de sus viejos compa&ntilde;eros Majn&oacute; y Arsh&iacute;nov. Volin muri&oacute; en Par&iacute;s de tuberculosis en 1945.<br /> <br /> &laquo;La revoluci&oacute;n desconocida&raquo; arranca con un repaso de la historia de los movimientos revolucionarios en la Rusia del XIX, desde la rebeli&oacute;n de los decembristas en 1825. Asistimos as&iacute; a la irrupci&oacute;n en los a&ntilde;os 60 de ese siglo del &quot;nihilismo&quot;, moda filos&oacute;fica de los j&oacute;venes que defienden una huida de los valores convencionales en nombre de la libertad del individuo, y a la cristalizaci&oacute;n posterior de estas tendencias en grupos de acci&oacute;n pol&iacute;tica que buscan la emancipaci&oacute;n de las masas tiranizadas y en ocasiones no dudan en acudir a la estrategia terrorista. El comienzo del siglo XX est&aacute; marcado por la industrializaci&oacute;n en algunas &aacute;reas y por una intensificaci&oacute;n de las actividades revolucionarias contra el feroz absolutismo, aglutinadas en torno a dos tendencias principales: los socialistas democr&aacute;ticos, marxistas, que centran su propaganda en las masas obreras, y los socialistas revolucionarios con m&aacute;s influencia entre los campesinos. En esta &eacute;poca, la guerra ruso-japonesa (1904-1905) y la de 1914-18 son detonante de sucesivos eventos revolucionarios.</p>
  • <p>Kronstadt fue desde 1917 el baluarte de la lucha contra las vacilaciones de ministros exzaristas y el chovinismo del gobierno provisional. Los kronstadianos, los marinos de esta fortaleza en una isla que protege a Petrogrado de los buques enemigos, eran el s&iacute;mbolo de la revoluci&oacute;n. Participaron en octubre de 1917 en la toma del poder por un gobierno que representara a los revolucionarios. &iquest;C&oacute;mo llegaron a dudar en 1921 de la direcci&oacute;n pol&iacute;tica de la revoluci&oacute;n de los soviets? &iquest;Por qu&eacute; no hubo di&aacute;logo entre los revolucionarios de Kronstadt y los leninistas?</p> <p>Los kronstadianos no eran zaristas, derechistas, ni anarquistas, ni izquierdistas, eran, como en 1917, partidarios de la revoluci&oacute;n de los soviets libres. Celebramos el centenario de la insurrecci&oacute;n con una evocaci&oacute;n basada en documentos originales de leninistas y kronstadianos.</p>
  • <p>Una enorme explosi&oacute;n sacude la ciudad de San Petersburgo. El carruaje del zar acaba de saltar por los aires y el cuerpo del monarca se encuentra despedazado sobre la acera. Los responsables del asesinato son miembros de Narodnaya Volia, la organizaci&oacute;n secreta m&aacute;s temible de la historia del nihilismo ruso. Sus c&eacute;lulas, que se extienden por m&aacute;s de cincuenta ciudades, est&aacute;n formadas por agitadores, delincuentes y revolucionarios, por conspiradores que traman en las sombras la ca&iacute;da de la tiran&iacute;a zarista. Una de las m&aacute;ximas responsables de la organizaci&oacute;n es Vera Figner, una joven de familia acomodada que forma parte del Comit&eacute; Ejecutivo, el &oacute;rgano encargado de establecer las l&iacute;neas estrat&eacute;gicas que siguen las diferentes c&eacute;lulas. Vera la terrible, la son&aacute;mbula, la melanc&oacute;lica. Vera la radiante, la convulsa, la vengativa. Vera la tenebrosa, la bella, la violenta. Vera la turbulenta, la enferma, la olvidada.</p> <p>En 1927, Vera Figner publicar&aacute; las memorias de sus a&ntilde;os al frente de Narodnaya Volia. En ellas hablar&aacute; de fiebres e incendios, de delirios que aceleran los relojes de la Historia y artefactos explosivos que hacen caer reg&iacute;menes enteros. Pero tambi&eacute;n de la prisi&oacute;n y el exilio, de la represi&oacute;n y la muerte. Enferma y al borde de la locura, Vera pasar&aacute; m&aacute;s de veinte a&ntilde;os en una de las peores c&aacute;rceles zaristas, condenada al m&aacute;s terrible de los infiernos. Pero en medio del horror, nunca olvidar&aacute; que all&iacute; donde haya un tirano, habr&aacute; alguien dispuesto a combatirlo.</p>
  • <p>Lunacharsky escribe, en 1923, semblanzas sobre sus camaradas, Lenin, Trotsky y Plejanov, entre otros. Una notoria laguna aparec&iacute;a aqu&iacute; ante los lectores rusos: el libro carece de toda semblanza de Stalin. De un &ldquo;entendimiento&rdquo; de Lunacharski con Stalin no pod&iacute;a ni hablarse. No hab&iacute;a dos temperamentos que fueran o pudieran ser m&aacute;s incompatibles que esos dos. La inexistencia de todo v&iacute;nculo pol&iacute;tico o humano entre ambos se evidencia en esta serie de semblanzas que traz&oacute; Lunacharski de los jefes bolcheviques.</p> <p>Al publicarse en 1923 y reimprimirse en 1924, la lucha por la sucesi&oacute;n de Lenin hab&iacute;a llegado a su cl&iacute;max y Stalin estaba ya firmemente instalado como secretario general del partido. La omisi&oacute;n equival&iacute;a a un delito de lesa majestad. Y as&iacute;, poco despu&eacute;s, el libro &ldquo;desapareci&oacute; de la circulaci&oacute;n&rdquo; y sigui&oacute; prohibido durante a&ntilde;os.</p>
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