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<p>Esta es la historia del acto radical de empatía de una mujer y su trascendental encuentro con un hombre enigmático que cambiará el curso de su vida. Carolyn Forché, una de las poetas más aclamadas de su generación, tenía veintisiete años cuando el misterioso desconocido apareció en su puerta. Pariente de un amigo, era un encantador erudito con una mente aparentemente tan desordenada como brillante. Había escuchado rumores sobre quién podría ser: un lobo solitario, un comunista, un agente de la CIA, un revolucionario… Pero nadie parecía saberlo con certeza. Él la invitó a visitar y conocer su país, El Salvador, y ella, por razones que no comprendía completamente, aceptó. Juntos se reunieron con militares de alto rango, agricultores empobrecidos y clérigos que intentaban desesperadamente ayudar a los pobres y mantener la paz. Mientras sacerdotes y campesinos eran asesinados y las marchas de protesta atacadas, él estaba decidido a salvar su país y Forché se vio envuelta en su empresa. Así comenzó un viaje hacia la conciencia social en un momento peligroso.</p>
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<p>Salió a los campos y se acercó a la orilla del río. Todo le resultó extrañamente silencioso. Se engañaba. En el álamo blanco, centenario, que tan bien conocía, se habían refugiado multitud de pájaros que a aquella hora de la tarde entremezclaban sus cantos creando una desigual sinfonía. Pero él no podía percatarse, empezaba a oscurecer. Se había encerrado en su conciencia. Viajaba solo en ese tren hacia la noche que se echaba sobre los campos. Era el comienzo del verano de 1936. Así comienza poco más o menos esta novela que habla de un tiempo de guerra y de revolución en la España de 1936. A medio camino entre la ficción histórica y el relato de aventuras, y frente a la ya muy abundante literatura escrita sobre la cuestión, Primera y última tierra intenta recorrer caminos poco explorados.</p>
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<p>El 25 de abril de 1937, Andreu Nin (1892-1937), líder del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y antiguo Secretario General de la CNT, pronunciaba la conferencia «El problema del poder en la revolución» desde el estrado del Teatro Principal Palace de Barcelona. Dos días después, el texto aparecía publicado en La Batalla, órgano de expresión de dicho partido. Polémico y sintético, el análisis de la coyuntura revolucionaria esbozado por Nin en su conferencia resultó premonitorio. De hecho, apenas unas semanas más tarde, las calles de Barcelona ardían a causa de los enfrentamientos entre los sectores revolucionarios del bando antifascista y aquellos que, influenciados por el estalinismo o el nacionalismo liberal, apostaron por fortalecer el Estado, torpedeando el proceso de socialización de la economía de retaguardia y acabando con el sistema de milicias que había frenado el avance del ejército rebelde en Aragón.<br /> <br /> Ya en junio del 37, cientos de militantes del POUM fueron detenidos tras haber sido acusado su partido de colaborar con Franco. Las pruebas, unos papeles falsificados por el NKVD soviético, provocaron que Nin fuera arrestado y trasladado a una checa de Alcalá de Henares. Allí fue torturado durante tres días y finalmente murió, eso sí, sin que se obtuviera de él la falsa confesión de su apoyo al bando fascista.<br /> <br /> No obstante, el destino de su partido y el de los miles de militantes del mismo, quedó sellado mucho antes. Efectivamente, la derrota del POUM y el movimiento libertario en las jornadas de mayo del 37 principió la escalada represiva contra el partido marxista y su militancia: sus sedes fueron clausuradas, sus cuadros dirigentes apresados y su prensa censurada de forma definitiva. A partir de entonces, las posibilidades de intervención política de los sectores antifascistas enfrentados a la política internacional de Stalin mermaron considerablemente, lo que supuso, al cabo, la pérdida de la hegemonía política del movimiento obrero revolucionario y el frenazo definitivo a la obra de transformación social emprendida por los trabajadores y trabajadoras de la retaguardia republicana que, muy inteligentemente, intuyeron que la única manera de ganar la guerra era ganar ―al mismo tiempo y de forma decidida― la Revolución, levantando el mundo nuevo que les había sido negado por todos los regímenes políticos que habían padecido.</p>
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<p>La sublevación militar de julio de 1936 contra el gobierno de la República, promovida e impulsada por los sectores más reaccionarios de la sociedad española: la Iglesia Católica, los grandes terratenientes y la gran banca, fracasó parcialmente al ser derrotada en gran parte del Estado español por el pueblo y parte de las fuerzas armadas.</p> <p>En Catalunya y otras partes del Estado, se desarrolló un importante proceso de transformación colectivista, tanto en la industria y los servicios como en el campo, que protagonizaron los trabajadores y los campesinos por medio de sus organizaciones, lo cual fue posible gracias a la práctica y la formación que habían adquirido durante años.</p>