<p>La aparici&oacute;n de la agricultura hace unos cuantos milenios constituye todav&iacute;a un gran interrogante pero, en cierto modo, podr&iacute;a afirmarse que el gesto &laquo;fundacional&raquo; de la agricultura fue el de recolectar y volver a sembrar una semilla. Desde entonces, las semillas suponen la base de la agricultura y de la alimentaci&oacute;n humana. Los pueblos campesinos las han mejorado y adaptado a los distintos territorios del planeta, creando un patrimonio biocultural extremadamente diverso. De mano en mano, las han movido libremente hasta el &uacute;ltimo rinc&oacute;n de la Tierra, pero las semillas tambi&eacute;n han sido codiciadas y monopolizadas por personas, gobiernos, ej&eacute;rcitos y empresas a lo largo de la historia.</p> <p>Las semillas suponen un recurso tan importante que podr&iacute;a reescribirse la historia a partir de las vicisitudes y las an&eacute;cdotas que han protagonizado. Los relatos que nos cuentan las semillas nos trasladan a &eacute;pocas pasadas y a lugares ex&oacute;ticos. en ellos aparecen grandes personajes hist&oacute;ricos y un sinf&iacute;n de personas an&oacute;nimas; los actos de solidaridad se cruzan con las cr&oacute;nicas de guerra y el duro trabajo del campesinado se alterna con la tarea meticulosa de la comunidad cient&iacute;fica.</p>