Simone Weil

  • <div>Esta novela gr&aacute;fica narra y recrea desde una perspectiva libertaria el proceso de la guerra, la revoluci&oacute;n social y la Contrarrevoluci&oacute;n, a trav&eacute;s de las inquietudes y vicisitudes de sus seis protagonistas, militantes an&oacute;nimos y reconocidos de CNT y Mujeres Libres. Protagonistas que viven el amor y el odio, las victorias y las derrotas, as&iacute; como las contradicciones de poner en pr&aacute;ctica los ideales.</div> <div>A lo largo de sus p&aacute;ginas se despliega un alegato contra las guerras en las que el pueblo siempre pone los muertos. Al tiempo que refleja c&oacute;mo una inmensidad de gentes supieron autogestionarse sobre la base del apoyo mutuo, la solidaridad y el federalismo. Es necesario contar estas historias de la revoluci&oacute;n social, con sus posibilidades y sus fracasos, porque son parte esencial de una memoria colectiva que ha estado casi siempre cubierta por mantos de olvido y prejuicio.</div> <div>Esta vuelta al pasado que propone <em>Negras tormentas</em> no es un acto de nostalgia, sino un ejercicio de reconocimiento para sabernos en la historia, aprender y emocionarnos.</div>
  • <p>Los personajes de esta novela gr&aacute;fica son varios, entre ellas y ellos est&aacute;n Buenaventura Durruti, Cipriano Mera, Simone Weil, Antoine Gimenez, Garc&iacute;a Oliver, Soledad Estorach, Casilda 'La miliciana' o Fel&iacute;x Likiniano.</p> <p>A lo largo del verano y oto&ntilde;o de 1936, estos corazones, mujeres y hombres, consiguieron avanzar a trav&eacute;s de una grieta en la historia, una grieta que pudo cambiar el rumbo de lo conocido. Atravesados por los conflictos entre las ideas y las imposiciones de la guerra, atravesados por las euforias el&eacute;ctricas de las victorias y la cruda desesperaci&oacute;n de las derrotas, los corazones de esta historia de historias son muestras de una dignidad monumental, de pasi&oacute;n por la libertad y por la justicia, de un deseo irreductible por alcanzar un mundo nuevo.</p>
  • <p>Ning&uacute;n pensador del siglo XX ha ido tan lejos como Simone Weil en la comprensi&oacute;n de lo que es la desdicha en la condici&oacute;n humana. No es ajeno a la radicalidad de su enfoque el hecho de que se trata de una mujer, y de una mujer desdichada. Pero tampoco el hecho de que haya sido mujer explica sin m&aacute;s el car&aacute;cter, a la vez profundo y conmovedor, de sus consideraciones sobre la desdicha. Simone Weil fue una mujer excepcional, de una sensibilidad para captar las implicaciones de la vida desgraciada de los seres humanos que no tiene parang&oacute;n en la filosof&iacute;a occidental. No hay duda de que esta sensibilidad tiene en ella una dimensi&oacute;n profundamente religiosa y m&iacute;stica. Pero lo admirable, en su caso, es que esta dimensi&oacute;n religiosa de su pensamiento haya ido de la mano con la preocupaci&oacute;n social y el inter&eacute;s por la ciencia y que haya cuajado en una coherencia pr&aacute;ctica que nos deja sin palabras para calificar su conducta.</p>
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