<p>Mediante otras acciones, otras ideas y otras maneras de vivir, disidencia es la posibilidad humana de no ser parte ni formar parte del sistema de valores, representaciones y relaciones al que se estaba destinado o que aparece ineluctable. Desv&iacute;o de lo preasignado, de lo que deb&iacute;a pensarse o creerse, del curso biogr&aacute;fico, filos&oacute;fico o pol&iacute;tico que deb&iacute;a seguirse, disidir es romper con lo impuesto y con las imposturas para una exploraci&oacute;n sin garant&iacute;as de lo que a&uacute;n no sabemos. Toda religi&oacute;n, grupo pol&iacute;tico o escuela filos&oacute;fica -toda sociedad, en fin- aloja, latente o en acto, el movimiento de la disidencia, de la no aceptaci&oacute;n y la fractura en el centro de lo que busca mantenerse ortodoxo.</p> <p>La de Spinoza fue una vida filos&oacute;fica disidente, aunque no una 'filosof&iacute;a de la deserci&oacute;n'. Desertor es quien abandona, el que se aparta, el que abjura de su lugar -sus dos remisiones fundamentales son la guerra y la escuela- y de sus funciones o tareas. Desierto es lo abandonado, el territorio que es desertado por completo. La de Spinoza no es una filosof&iacute;a de la deserci&oacute;n sino de la disidencia porque su ruptura no abandona el lugar ni escamotea el trabajo sobre &eacute;l; si rompe, es para iniciar, explorar y generar de otro modo. Se tratar&aacute; de una ruptura que no es aut&oacute;noma de la pregunta que interroga sobre c&oacute;mo vivir-juntos.</p>