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Sin stock<p>La revista<em> Salamandra</em> cumple con esta nueva entrega los veinte números, desde que el primero saliera a la luz en 1987. En todo este tiempo transcurrido no sólo ha cambiado el formato y el grosor de la revista (recordemos que aquella primera Salamandra no pasaba de las dieciocho páginas), sino que también han aumentado, creemos, sus ambiciones y preocupaciones, su capacidad de interrogación e intervención en la realidad y en los debates y acciones que pretenden criticarla y combatirla. Pero lo que no ha sufrido ningún cambio es su razón de ser: la plasmación de una actividad colectiva que se sostiene en la crítica de la dominación y en la experimentación de lo maravilloso, en la lucha contra la alienación social y mental, en la voluntad de transformar el mundo y en el deseo de cambiar la vida; en definitiva: en la revuelta y en la poesía abrazadas para llevar a cabo, a partir del surrealismo, que no de su ideología o de su dogma, un proyecto político de vida poética que hiciera posible una emancipación en todos los planos de la existencia.</p> <p>Que en un proyecto como este no sólo participen personas que se identifican como surrealistas, sean del grupo de Madrid o de otros lugares, sino también amigos y colaboradores con una sensibilidad afín o con planteamientos que consideramos especialmente estimulantes aunque no siempre coincidan con los nuestros, es precisamente uno de los mayores logros de la evolución de la revista. La consecuencia lógica de este hecho es que todas estas inquietudes personales confluyen hacia determinados focos de interés que terminan conformando varios núcleos o temas que dan sentido a cada número. En el caso de la presente entrega de la revista, este proceso casi natural ha dado lugar a dos grandes bloques o ejes principales: por un lado el problema de la utopía, y por el otro el Juego de la Casa en Sombras, bloques que por otra parte responden por igual a una misma proyección, teórica y práctica, de la voluntad utopista que caracteriza al surrealismo.</p>
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<p>Padre, patria, patrón, tal es la trilogía que sirve de base a la vieja sociedad patriarcal y, en la actualidad, a la camada fascista... Una gran efervescencia de rebelión contra todas las formas de opresión material o espiritual nos agitaba cuando comenzó el Surrealismo: Padre, Patria, Religión, Familia..., no había nada que no denostásemos... y con todo el ser más que mediante las palabras. En esta rebelión comprometíamos, materialmente, nuestro ser.</p> <p>Este pequeño volumen antológico reúne una serie de textos de Antonin Artaud de distinta procedencia, y de combate por un único objetivo: la "libertad del espíritu". "Publicados originalmente en revistas o incluidos en sus primeras plaquettes de "poesía", algunos son bien conocidos; otros, no tanto.</p> <p>Divididos en 3 apartados, comprenden un periodo de unos veinte años, de manera que pueda tenerse una visión de conjunto de la peregrinación extrema de ese poeta-pensador negro que fue Artaud: desde su adhesión al movimiento surrealista y su expulsión del mismo a finales de 1926; la aventura del Teatro Alfred Jarry en la que ensaya su teatro de la crueldad; su deambular mexicano en pro de una revolución del espíritu, el cuestionamiento de la civilización europea y su renuncia incondicional a pertenecer a ella; hasta su internamiento en el manicomio de Rodez (nueve años a base de electrochoques, camisas de fuerza y fármacos) que termina por debilitarlo y sumirlo en el aislamiento.</p>
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<p>Quan a la mare de la Kid li ofereixen estrenar una obra de teatre alternatiu a Nova York, tota la família es muda sis mesos a un bloc de pisos de Manhattan. Els rumors diuen que en aquell edifici hi viu una cabra al terrat. Com és possible? Aviat descobrirà que aquell misteri no és la cosa més curiosa de l’edifici, sinó els personatges extraordinaris que l’habiten. Com el veí de l’àtic, el Joff, un famós skater cec que també és escriptor d’històries fantàstiques; o els de la novena planta, la Doris i el Jonathan, que tracten d’adaptar-se a un ictus; o el Kenneth, el veí de la desena planta amant de l’òpera que sempre està parlant amb els dos hàmsters que té. Quan la Kid coneix el Will mentre explora els secrets egipcis del Museu Metropolità d’Art, troba l’aliat perfecte per a tractar de resoldre el misteri de la cabra. Però aquesta aventura els portarà a enfrontar-se a les seves pròpies pors.</p> <p><strong>La cabra</strong> és una novel·la deliciosa d’Anne Fleming sobre uns personatges fascinants i entranyables que tracten d’omplir de sentit les seves vides. Una història entre el misteri i l’aventura, entre les persones i els animals, entre l’humor i la tendresa en què Manhattan és un protagonista més. Traduïda a un desena de llengües i seleccionada com un dels millors llibres de l’any pel prestigiós catàleg White Ravens, per la Biblioteca Pública de Nova York, pel jurat del premi Stregga Ragazze i Ragazzi i pel del premi Sheila A. Egoff de literatura d’infants i joves, La cabra ja ha robat el cor de milers de lectors de totes les edats d’arreu del món.</p>
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<p>Escrito y publicado a los piques, «Punk la muerte joven» se independiza de su autor, y la única copia del escrito antecesor termina en una basura. 43 años después, una amiga londinense le envía un puñado borradores llenos de tachaduras y anotaciones marginales. Una noche de insomnio de 2018, Juan Carlos empieza a pasarlas a la notebook sin caer en la tentación de adaptar la prosa a cómo la escribiría ahora. Solo recompone páginas faltantes. El resultado es este mix de realidades e imaginarios en formato diario donde transita squats, barrios tenebrosos, disquerías, librerías, pubs, levanta flyers, lee todo fanzine que cae en sus manos, y cruza personajes como Alex Trocchi, representante de aquel Letrismo de los años 50 que derivó directo en el Situacionismo. Y Colin Wilson, autor de “The Outsider”. Y John Berger. Mientras, rastrea los pasos de un chico que escribe con las tripas y el corazón traspasados por una aguja, el epítome del ethos punk, el crudo desgarro con el que deber ía comunicarse todo esto.</p> <p>La tocada de fondo de Kreimer es atravesada por la desesperación de “no saber y saber” de tanta muerte que ocurría en Argentina durante esos</p> <p>años.</p>
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<p>«El letrismo, en Francia, era parte de una oposición completa a todo el movimiento estético conocido, del que analizaba la deterioración constante. Al proponerse la creación ininterrumpida de nuevas formas en todos los dominios, el grupo letrista, entre 1946 y 1952, mantuvo una agitación saludable. Pero al admitir que las disciplinas estéticas habían de tener un nuevo inicio en un marco general similar al anterior, este error idealista limita sus producciones a algunas experiencias irrisorias. En 1952, la izquierda letrista se organiza en la Internacional Letrista, y expulsa a la fracción conservadora. En la Internacional Letrista se perseguía, mediante vivas luchas de tendencias, la investigación de nuevos procedimientos de intervención en la vida cotidiana».<br /> —Guy Debord (1957)</p> <p>«La intención estratégica de Potlatch era crear ciertos vínculos para constituir un movimiento nuevo, que debía ser desde el principio una reunificación de la creación cultural de vanguardia y de la crítica revolucionaria de la sociedad. Sobre esta base, se creó efectivamente en 1957 la Internacional Situacionista».<br /> —Guy Debord (1985)</p> <p>En este libro, son los propios letristas quienes cuentan lo que es el letrismo. O dicho de forma más precisa, los textos aquí reunidos presentan el letrismo a través de su historia y de sus acciones, visto y vivido por la fracción más decidida a llevar la agitación mucho más allá del dominio separado del arte. Partidarios de una suerte de comunismo literario que incluía el desvío —el plagio es necesario, está implícito en el progreso; la poesía debe ser hecha por todos—, lógicamente los letristas internacionalistas practican la escritura colectiva.</p> <p>Tal es el caso de los textos aquí reunidos, que datan de 1953, 1955 y 1956. «¿Por qué el letrismo?» se publicó en septiembre de 1955; «Rostros de la vanguardia» (1953) e «Historia de la Internacional Letrista» (1956) habían permanecido inéditos hasta 2010.</p>