<p>Desde comienzos del siglo XX Ucrania ha sido devastada por el capitalismo, la guerra, el fascismo, el antisemitismo, el estalinismo y la energ&iacute;a nuclear. Desde 2018, adem&aacute;s, y seg&uacute;n los indicadores econ&oacute;micos internacionales, es el pa&iacute;s m&aacute;s pobre de Europa. Pero, parafraseando a Magritte, este no es un libro sobre la guerra como g&eacute;nero de ilustraci&oacute;n y comentario militar, geopol&iacute;tico o estrat&eacute;gico, sino sobre c&oacute;mo hacer pol&iacute;tica emancipadora ante la propaganda y la instauraci&oacute;n de un r&eacute;gimen de guerra continental.</p> <p>Escrito a lomos del tigre belicista, en una coyuntura impredecible, y con una prosa exuberante, abigarrada y abrasadora, el texto desmonta la tramoya neoliberal, racista, xen&oacute;foba, mis&oacute;gina y LGTBQIf&oacute;bica que sostiene el esfuerzo marcial de ambos bandos. Para ello, y a trav&eacute;s de un despliegue intelectual apabullante, Ra&uacute;l S&aacute;nchez Cedillo recorre hist&oacute;rica, geogr&aacute;fica y conceptualmente las relaciones entre guerra moderna, imperios, m&aacute;quinas, derecho internacional, econom&iacute;a del sistema-mundo, modo de acumulaci&oacute;n en el espacio postsovi&eacute;tico, Green New Deal, y producciones del campo social. Siempre a trav&eacute;s del prisma de la lucha de clases, siempre a trav&eacute;s del &eacute;xodo y de la b&uacute;squeda del com&uacute;n(ismo).</p> <p>En definitiva, se trata de pensar la guerra en Ucrania desde la perspectiva de las clases subalternas y los chivos expiatorios (siempre en el punto de mira de tropas regulares, consejos de guerra, paramilitares y escuadrones de la muerte): las trabajadoras pobres (minorizadas, racializadas, dom&eacute;sticas o sexuales), el precariado, los migrantes, las minor&iacute;as de deseo/sexuales y de g&eacute;nero, los ind&iacute;genas del planeta, el proletariado cognitivo y de las maquilas, los campesinados mundiales sin tierra y sin agua, las naciones pobres o las minor&iacute;as nacionales sin estado. Su voz es la &uacute;nica que deber&iacute;a interesarnos.</p>