<p>La reflexi&oacute;n sobre el sentido socio-pol&iacute;tico de la utop&iacute;a ha vuelto en los comienzos del siglo XXI. Y ha vuelto de la mano de lo que hoy se llama movimiento de movimientos. Despu&eacute;s de los desastres del siglo XX y de las desilusiones y distop&iacute;as a que eso dio lugar, la filosof&iacute;a acad&eacute;mica decret&oacute; el final de la utop&iacute;a. A pesar de lo cual, &eacute;sta renace como ilusi&oacute;n natural entre aquellos que tienen esperanza y un mundo que ganar. Tal vez se pueda decir que la utop&iacute;a ha perdido la inocencia con que se formul&oacute; en los or&iacute;genes de la modernidad europea, pero no su vigencia. Esa es la tesis que viene a argumentar este nuevo libro de Fern&aacute;ndez Buey. Lo que aqu&iacute; se propone es un sugestivo recorrido a trav&eacute;s de la historia de la idea de utop&iacute;a: desde las tablas sobre la ciudad ideal, pintadas en Urbino en el siglo XV, hasta la utop&iacute;a libertaria de Ursula K. Le Guin, ya en la segunda mitad del siglo XX, pasando por Thomas More y las principales utop&iacute;as ilustradas y socialistas. Al reconstruir la historia de esta idea, que ha sido clave para la cultura europea, Fern&aacute;ndez Buey argumenta tres cosas que el pensamiento ut&oacute;pico contempor&aacute;neo no podr&aacute; obviar ya. Primera: que el destino de las grandes ideas ut&oacute;picas de la humanidad ha sido, casi siempre, como el de las profec&iacute;as, hacerse templo, instituci&oacute;n o realidad pol&iacute;tico-social en otro lugar, en un lugar diferente a aqu&eacute;l para el cual las utop&iacute;as fueron pensadas. Segunda: que incluso en las grandes distop&iacute;as del siglo XX se escucha el latido de las ilusiones naturales de leopardiana memoria. Y tercera: que, precisamente por lo que estas distop&iacute;as ense&ntilde;an sobre el hipot&eacute;tico mal lugar al que puede ir a parar la humanidad, la iron&iacute;a, la s&aacute;tira y la parodia tienen que ser compa&ntilde;eras de viaje de la utop&iacute;a madura o concreta, la cual pierde, s&iacute;, la inocencia pero vuelve a enlazar, por v&iacute;a negativa, con las ilusiones naturales del ser humano.</p>