<p>Uno de los grandes logros del feminismo contempor&aacute;neo ha sido el de haber cambiado nuestra comprensi&oacute;n de la sexualidad y de las relaciones entre mujeres y varones al identificar la violencia, sexual o no, como un elemento importante en el mantenimiento de la subordinaci&oacute;n de las mujeres. A partir de ah&iacute; la violaci&oacute;n pas&oacute;, de ser concebida como un delito contra el honor de las familias, a ser vista como un asalto violento cometido contra las mujeres no s&oacute;lo por extra&ntilde;os sino tambi&eacute;n por los maridos, padres o personas cer&not;canas; los malos tratos a las mujeres dejaron de considerarse como un asunto privado y personal entre los miembros de una pareja y ocuparon un lugar central en los debates sociales y en las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas; tras la acu&ntilde;aci&oacute;n del concepto de acoso sexual se destap&oacute; la realidad de los indeseados avances sexuales que generaciones de mujeres han tenido que sufrir, principalmente en el trabajo; y si bien la reflexi&oacute;n por los temas de la violencia de g&eacute;nero en los conflictos b&eacute;licos viene de atr&aacute;s, su prevalencia se hizo visible tras las guerras de los Balcanes porque las mujeres se organizaron para denunciarla. Junto a ello, la inserci&oacute;n minoritaria en los ej&eacute;rcitos, hasta hace poco un basti&oacute;n de la masculinidad, comport&oacute; una nueva problem&aacute;tica digna de estudio y plena de dificultades en las relaciones entre los sexos, entre ellas la violencia de g&eacute;nero.<br /> En las sociedades occidentales contempor&aacute;neas, la violencia ocupa un papel no menor en la construcci&oacute;n de las relaciones entre mujeres y hombres. Constituye un recurso &laquo;m&aacute;s&raquo; &ndash;s&oacute;lo que especialmente desasosegante&ndash;, en la construcci&oacute;n de la desigualdad, donde otras instituciones &ndash;la familia, la heterosexualidad, los mandatos de g&eacute;nero, la divisi&oacute;n del trabajo por sexo y los discursos desde las instituciones, la ciencia y la cultura, por no ser exhaustivos&ndash; ocupan tambi&eacute;n un papel preponderante. Todo ello genera roles y pautas de conducta diferenciados entre mujeres y hombres, socializados de forma dispar, por lo que aportan recursos desiguales a las relaciones heterosexuales de pareja, donde el amor y la sexualidad juegan un poderoso papel que configura las relaciones de g&eacute;nero, al fin y al cabo protagonistas principales de estas p&aacute;ginas.</p>