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<p>La sanidad siempre está en crisis, la responsabilidad de enfermar no puede atribuirse solamente a la persona que enferma y para cambiar la sanidad tenemos que cambiar la sociedad entera. Estas tres afirmaciones se pueden utilizar como punto de partida para hablar de por qué cuando la economía enferma (decrece) la gente muere menos. O de qué significa la justicia en salud en tiempos en los que hay que defender cada derecho conquistado. O de cómo se ven representadas las injusticias culturales en las políticas de salud. O de que si queremos enfatizar los cuidados, tal vez los servicios de salud tengan que empezar por no ser lugares donde estos estén muy devaluados. O de cómo nos las vamos a arreglar para que la novedosa medicina postgenómica sea algo más que la forma tecnologizada de la más desigual de las sociedades posibles. Este libro plantea qué sociedad puede permitirse una sanidad pública para las próximas décadas, y qué sistema público de salud puede aportar algo a una sociedad que ha de transformarse para resistir y cambiar las dinámicas de precarización y crisis permanente del sistema económico y social.<br /> </p>
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<p>Qué buscan los chicos y chicas que entran en las "bandas latinas"? Seguramente esta pregunta es la que menos importa a aquellos que se encargan del "fenómeno": prensa, políticos, académicos, policía, servicios sociales. Cómo se construye un enemigo público es una etnografía del Estado. Examina, a partir de Bordieu y de una larga tradición de estudios críticos, cómo actúa y qué obtiene cada una de las partes implicadas en la creación de ese objeto llamado "bandas latinas". La prensa vende periódicos generando alarma social. Los políticos obtienen votos con promesas de seguridad. Y los educadores y policías pugnan por tener más legitimidad a la hora de regular los problemas sociales. Las "bandas latinas" son convertidas así en "enemigo público", pero también dejan de serlo cuando conviene a estos actores. Mientras, unos cuantos chicos y chicas entran y salen de estos grupos, viven su vida, muchas veces complicada, buscando respeto.</p>
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<p>Cada día, la directora de funerarias Caitlin Doughty recibe docenas de preguntas sobre la muerte. Las mejores son las de los niños. ¿Qué le pasaría al cuerpo de un astronauta si lo empujaran desde un transbordador espacial? ¿Se hace caca al morir? ¿Puede la abuela celebrar un funeral vikingo?</p> <p>En <em>¿El gato se comerá mis ojos?</em>, Doughty combina sus conocimientos funerarios sobre el cuerpo y la intrigante historia que se esconde tras las ideas erróneas más comunes sobre los cadáveres para ofrecer respuestas objetivas, divertidas y sinceras a treinta y cinco preguntas peculiares planteadas por sus fans más jóvenes. Con su inimitable enfoque, Doughty detalla la sabiduría y la ciencia de lo que ocurre con nuestros cuerpos después de morir. ¿Por qué gimen los cadáveres? ¿Qué hace que los cuerpos se coloreen durante la descomposición? ¿Y por qué el pelo y las uñas parecen más largos después de la muerte? Los lectores aprenderán cuál es la mejor tierra para momificar el cuerpo, si se puede conservar el cráneo de tu mejor amigo como recuerdo y qué ocurre cuando mueres en un avión.</p> <p>Bellamente ilustrado por Dianné Ruz, <em>¿El gato se comerá mis ojos?</em> nos muestra que la muerte es ciencia y arte, y que sólo planteándonos preguntas podremos empezar a abrazarla.</p> <p><em>«¿El gato se comerá mis ojos?</em> es divertido, oscuro y, en ocasiones, asombrosamente existencial, revelando no sólo lo poco que entendemos sobre la muerte, sino también lo mucho que los niños pueden soportar.» —Marianne Eloise, <em>Guardian</em></p> <p>«Aquí hay ciencia seria, pero también lecciones culturales sobre la muerte y el morir, un poco de historia y un toque de truculencia envuelto en ese sudario de humor agudo e ingenioso.» —<em>Philadelphia Tribune</em></p>
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<p>La percepción sobre los hombres y sus masculinidades pasa por muchos mandatos culturales y hegemónicos donde los temas raciales regularmente no son abordados con claridad ni desde la investigación social.</p> <p>El texto de Maikel Colón Pichardo es un primer acercamiento a estas problemáticas de la historia nacional de Cuba en un convulso período de cambios como lo fue 1898-1912. El ensayo provoca desde el título, y se convierte en un libro de referencia para abordar el racismo y sus implicaciones en la conformación de la ideología machista y sus secuelas de violencia e inequidad.</p> <p>Julio César González Pagés</p>
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<p>¿Estamos iniciando el camino hacia la Tercera Guerra Mundial? La pregunta no es ociosa; la historia nos muestra otros ejemplos del inicio de grandes guerras cuando el hegemón del momento empezaba a declinar y surgían otras fuerzas que le arrebataban poder y mercados. Y este es hoy el caso: EEUU ha iniciado un claro declive en las últimas décadas, mientras otras potencias emergían con fuerza.</p> <p>China, pero también los BRICS, están desplazando el centro del mundo hacia Oriente, algo que EEUU ni quiere ni puede permitirse, pues a largo plazo ese desplazamiento puede acabar con el poder de su moneda, el dólar, y por tanto con su posición de superpotencia dominante a nivel mundial. De hecho, podría considerarse que la guerra empezó hace tiempo, pero que se ha acelerado con los acontecimientos que han desembocado con la guerra en Ucrania y, más recientemente, con el genocidio que ha llevado a cabo Israel en Gaza con el respaldo de EEUU, además del conflicto permanente en el Sahel y las tensiones en torno a Taiwan.</p> <p>Y a todo ello hay que agregar que en medios militares y políticos, tanto rusos como occidentales, se empieza a hablar con cierto desparpajo de la posibilidad de un conflicto nuclear, y se pasa a valorar la magnitud de la catástrofe como eventualidad posible. La pregunta, pues, es pertinente. ¿Estamos emprendiendo el camino hacia una Tercera Guerra Mundial? En este libro diversos autores responden a esa pregunta, y tratan de delimitar cuán cerca estamos de ella.</p>
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<p>En "¿Para qué sirve?" Sara Ahmed continúa el trabajo que comenzó en "The Promise of Happiness" y "Willful Subjects" tomando una sola palabra, en este caso, uso, y rastreándola por todas partes. La autora muestra cómo el uso se asoció con la vida y la fuerza en el pensamiento biológico y social del siglo XIX y analiza cómo el utilitarismo aportó un conjunto de técnicas educativas para moldear a los individuos dirigiéndolos hacia fines útiles. Ahmed también explora cómo los espacios se restringen a algunos usos y a algunos usuarios, con una referencia específica a las universidades. Sin embargo, señala el potencial del uso queer: cómo se pueden usar las cosas de formas para las que no estaban destinadas, o por aquellas personas para quienes no estaban destinadas. Ahmed plantea el uso queer como una forma de reactivar el proyecto del trabajo de la diversidad como una tarea cotidiana y minuciosa para abrir las instituciones a aquellas personas que históricamente han sido excluidas.</p> <p> </p> <p> </p>