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<p>La historia del siglo XX muestra que hasta prácticamente los años sesenta, cuando emerge la contestación gay, lésbica y trans en las calles, la representación de la diversidad sexual se mueve en líneas generales en el ámbito privado, en la ocultación, en la vergüenza. No obstante, diversas manifestaciones artísticas lograron abrirse paso, en determinados círculos y sin llegar al gran público, para que los artistas pudiesen expresar su identidad sexual con la discreción obligada por la moralidad imperante.</p> <p>Es el caso de Duncan Grant, Romaine Brooks o Claude Cahun en la primera mitad del siglo pasado. El pudor se rompió a lo largo de los años setenta con el surgimiento de colectivos homosexuales que irrumpen en la vía pública tanto en Nueva York como en París, Santiago de Chile o Barcelona. Paralelamente, algunos artistas como Robert Mapplethorpe, censurado por los sectores más conservadores y ultrarreligiosos, mostraba en sus imágenes una sexualidad inconcebible para la sociedad mojigata. Los años ochenta y noventa afianzaron el retorno de las políticas sexófobas al convertir el sida en una condena moral.</p> <p>En esos tiempos tan duros emerge la denominada teoría queer y una pléyade de artistas inconformistas ponen de manifiesto sus deseos heterodoxos, sus formas de vida alternativas a la familia nuclear. El binomio de género (hombre/mujer; masculino/femenino) es puesto en tela de juicio, como puede verse en el espacio abierto del arte, donde las transgresiones adquieren fuerza y visibilidad. Un mundo perseguido ofrece un completo panorama de la diversidad sexual en las manifestaciones artísticas del siglo xx, en el que el título alude tanto al deseo de conseguir una vida en la que prime la libertad y el respeto a la diferencia como la realidad de que la diversidad sexual ha sido –y sigue siendo– amordazada, patologizada y condenada por las leyes y las normas sociales.</p>
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<p>Un espectacular recorrido ilustrado por nuestros mundos más oscuros y «depravados», desde la sicalipsis de fin de siglo hasta la brutalidad de la transición, cuando los quioscos se llenaron de chicas con esvásticas y cuero negro. Edición de Servando Rocha</p> <p>Esta es la increíble y fascinante historia de nuestra España más subterránea y amante de la cocaína o la morfina –los llamados entonces «venenos eufóricos»–, que durante años se vendían libremente e inundaban cabarets, antros y esquinas. Las mujeres tomaban la noche, ese espacio donde siempre se despliega lo prohibido, adoptando maneras de ser libres y sin permiso de nadie, en una Santa Trinidad de sexo, drogas y cuplé, mientras la «gente de orden» miraba con espanto lo que sucedía en las calles. Existía un país moralizante y otro muy distinto, nuestra Suburbia, la secreta Nación de la Molicie, aquella otra abandonada con alegría y gran dedicación al vicio y el placer.</p> <p>Nuestra «tormenta inmoral» fue imparable. Se editaban centenares de libros y revistas, algunas clandestinas, que pasaban a formar parte de «bibliotecas infernales», esos libros secretos por indecorosos o directamente prohibidos de bibliotecas, tanto públicas como privadas, en ocasiones pasquines y mal editados, que se vendían por cuatro duros y contra los que se crearon brigadas policiales antipornografía. El más misterioso y, para muchos, infame de aquellos autores fue Ángel Martín de Lucenay, un falso sexólogo que no se parecía a ninguno y cuya habilidad era vender erotismo, en ocasiones extremo e hilarante, bajo la coartada de la divulgación médica, higiénica y sexual.</p> <p>Sus libros, repletos de chicas pinchándose o fumando opio, crónicas sobre extraños cultos y un aluvión de fotografías reales de nuestros bajos fondos, eran eso mismo: spanish pulp. Baratos, accesibles para todos. Pura exploitation. En solo cuatro años (1932-1936), aquel rey absoluto de la sordidez del sexo, la noche y los bajos fondos, inundó el mercado con casi un centenar de libros que incluían sexo salvaje, sado o bestialismo.</p> <p><em>Suburbia. El gran libro ilustrado del erotismo, lo prohibido y la molicie en España</em>, editado por el escritor Servando Rocha, es un espectacular recorrido ilustrado por nuestros mundos más oscuros y «depravados», desde la sicalipsis de fin de siglo hasta la brutalidad de la transición, cuando los quioscos se llenaron de chicas con esvásticas y cuero negro.</p>
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<p>En este cautivador viaje a través de los colores de la paleta de un artista, Victoria Finlay nos lleva a una apasionante aventura alrededor del mundo y a través de los tiempos, desentrañando cómo los colores que elegimos han determinado la historia de la propia cultura. ¿Cómo viajó el preciado color azul ultramar desde las remotas minas de lapislázuli de Afganistán hasta el pincel de Miguel Ángel? ¿Cuál es la relación entre la pintura marrón y las antiguas momias egipcias? ¿Por qué Robin Hood vestía de verde de Lincoln?</p> <p>Finlay explora los materiales físicos que colorean nuestro mundo, como los minerales preciosos y la sangre de los insectos, así como los significados sociales y políticos que el color ha tenido a lo largo del tiempo. Los emperadores romanos solían llevar togas teñidas de un color púrpura que se fabricaba con un oloroso marisco libanés, lo que probablemente significaba que su olor les precedía. En el siglo XVIII, el tinte negro se hacía con palo de Campeche, que crecía a lo largo de la Tierra Firme. Algunas de las primeras plantaciones de índigo fueron iniciadas en América, sorprendentemente, por una chica de diecisiete años llamada Eliza. Y el popular cuadro de Van Gogh Rosas blancas en la National Gallery de Washington tuvo que ser rebautizado después de que un investigador descubriera que las flores estaban hechas originalmente con una pintura rosa que se había desvanecido hacía casi un siglo.</p> <p>El color está repleto de personas, acontecimientos y anécdotas extraordinarias, pintadas de forma aún más deslumbrante por el atractivo estilo de Finlay.</p>
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<p>Esta obra es una selección de estudios sobre las complejas relaciones entre la imagen y el lenguaje, y sobre las dependencias ideológicas nacidas de su relación. El planteamiento de cada uno de los trabajos que se recogen aquí aborda transversalmente trasfondos metodológicos de máxima actualidad derivados de las crisis de las disciplinas que se venían encargando de analizar las prácticas artísticas, las instituciones culturales, los imaginarios globalizados y las formas de comunicación masiva inscritas en nuestras narrativas actuales.</p> <p>En todos estos casos, se impone una aproximación intermedial para analizar con nuevas herramientas y perspectiva suficiente fenómenos dispares pero unidos por esta dimensión migrante entre diversos soportes, medios y contextos institucionales. En este volumen podrá encontrarse una propuesta de análisis liberada de determinismos históricos, centrada en la capacidad de los casos de estudio, con independencia de su ubicación o su distancia histórica, para revelar las pervivencias actuales de estos mecanismos de interacción imagolingüísticos.</p>
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<p><em>Arquitectura y objetos</em> es el primer libro sobre arquitectura del fundador de la OOO, que profundiza en el intercambio entre ambas disciplinas. Con la estética como instrumento central, el libro se organiza en torno a la relación de la arquitectura con la filosofía y las artes visuales. Por un lado, repasa la historia de la influencia de la filosofía sobre la arquitectura en el siglo XX para demostrar la relación mutuamente beneficiosa entre ambos campos. Por otro, analiza las diferencias entre las artes visuales y la arquitectura en términos de cómo cada una de ellas propicia la experiencia estética, reevaluando las nociones de tiempo, forma y función para ofrecer una nueva perspectiva de la evolución terminológica, conceptual, metodológica, estilística y performativa de la arquitectura.</p>