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<p>A los ojos de Platón, la crisis de los valores ético-políticos de su época y la de las creencias de los hombres acerca del mundo y de sí mismos eran dos caras de la misma moneda: intuía que el desorden, la inconstancia, el azar y la incertidumbre que los filósofos habían descubierto en el universo eran, de alguna manera, los mismos que agitaban a las sociedades de su tiempo; y Platón anhelaba el orden, la ley, la repetición, la certeza, en la sociedad lo mismo que en el pensamiento. </p> <p>Las proposiciones matemáticas gozaban, para Platón, de una certeza indubitable; los objetos de que trataban (números, líneas, círculos...) eran, en fin de cuentas, los únicos objetos conocidos que se comportaban dócilmente tal como mandaba la diosa de Parménides: eran lo que eran y no podían no serlo, eterna e invariablemente. Era razonable pensar, sin embargo, que ese privilegio lo compraban al precio de no ser de este mundo, de no ser, como hoy diríamos, reales. </p> <p>El atrevimiento de Platón fue postular que esos entes ideales, no siendo de este mundo, tenían que ser el fundamento que permitía en ten der el mundo: los entes ideales, las Formas, constituían la estructura fija y estable que subyacía a la realidad cambiante; eran los elementos del mundo que en vano habían buscado los filósofos. En fin de cuentas, las matemáticas, que no trataban más que de puras idealidades, ofrecían el solo ejemplo de un conocimiento firme e infalible; y la pregunta de Platón era cómo debe ser el mundo para que pueda ser conocido. </p> <p>Lo indudable, para Platón, es que no puede haber conocimiento alguno si todas las cosas fluyen y cambian y nada permanece, como creen los supuestos seguidores de Heraclito. De ser así, nada sería lo que es; nada podría ser conocido, ni de nada podría decirse que es esto o lo otro, ya que, mientras hablamos, ya se habría trocado en otra cosa. Para que haya conocimiento, y lo que es más, para que haya algo que conocer, es preciso que haya unas Formas o esencias eternas e inmutables: “lo Bello y lo Bueno en Sí”, y una para cada una de las cosas que son las que son.</p>
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<p>Tratando de mantener un cierto equilibrio entre las principales interpretaciones que se han hecho de la noción foucaultiana de biopolítica y de su desafortunada denominación, <em>El orden biopolítico</em>, del chileno Vicente Serrano Marín, reflexiona sobre cómo entender el deseo y la vida en su relación con las sociedades capitalistas, pero sin regresar a viejos conceptos hoy inservibles o sin recaer en abstracciones metafísicas posmodernas.</p> <p>Considerando la obra de Foucault como continuación del esfuerzo ilustrado, parte de la premisa de que, en efecto, como tantas veces se ha señalado, su obra tiene por objeto la libertad y que sólo desde ahí se entiende su larga y sostenida reflexión sobre el poder. Pero en la medida en que en él libertad, Ilustración y crítica se aúnan para ofrecer una ontología, el presente ensayo asume la filosofía de Spinoza como un fondo inmejorable contra el que recortar el esfuerzo de Foucault en pos de esa ética y estética que nunca llegó a realizar. Por ello propone abordar la reflexión foucaultiana sobre lo biopolítico como un proyecto comparable al de un nuevo Tratado teológico-político en un mundo en el que ya no es posible reconstruir la ontología a partir de Dios o de la Naturaleza, y en el que el deseo emerge como una pieza fundamental en torno a la cual giran la economía, la sexualidad y el discurso para construir una entidad que parece suceder a las ideologías y a las religiones</p>
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<p>El libro indaga las virtualidades políticas de la obra de Franz Rosenzweig (1886-1921), gran filósofo judío del siglo XX, que influyó en Walter Benjamin y Emmanuel Levinas. Al hilo de los grandes textos del filósofo de Kassel, como «Hegel y el Estado» o «La estrella de la redención», Daniel Barreto reconstruye la genealogía teológica del Estado-Nación y explora en qué sentido la crítica de Rosenzweig —inspirada en la fuente hebrea— al idealismo occidental y a la ideología del progreso histórico, conlleva un desvelamiento de la violencia política y una invitación a pensar de modo nuevo el tiempo, la idea de universalidad y la democracia.</p>
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<p><i>La memoria es justicia</i>. Con este lema el autor expresa: «porque la justicia ha pasado de virtud cardinal a fundamento moral de la sociedad. Ese cambio de lo "bueno" a lo "justo" ha sido saludado como un salto cualitativo pues hemos pasado de una justicia doméstica a otra capaz de plantearse criterios aceptables por todos de lo que es justo o injusto. Lo que pretendo es revisar críticamente este planteamiento señalando lo que se pierde en el paso de la justicia de los antiguos a la de los modernos y llamando la atención sobre un "equívoco originario" que malicia la calidad de los planteamientos modernos. Me refiero a la confusión entre desigualdad e injusticia. Se las toma por lo mismo cuando no lo son».</p>
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<p>¿Cuál es la teoría que Sohn-Rethel, compañero de viaje de Theodor W. Adorno y la “Teoría Crítica”, ha elaborado con notable perseverancia durante casi setenta años? Se trata esencialmente de una de las grandes cuestiones de la filosofía: ¿cuál es el origen de las formas de conciencia, de estos “moldes” que permiten a cada indivi duo organizar los múltiples datos proporcionados por la percepción sensible; formas de las cuales las más importantes son el tiempo, el espacio y la causalidad? La posibilidad de organizar el caos de las impresiones espontáneas en un todo sensible debe, por supuesto, pre ceder a estas impresiones y no puede derivarse de ellas. Este era el problema “clásico” de la filosofía, al menos entre Descartes y Kant.<br /> <br /> Se han dado dos respuestas principales que dominan la reflexión fi losófica hasta el presente: o bien estas categorías son ellas mismas de origen empírico, resultado de la constancia de la experiencia, pero sin validez absoluta y sin la posibilidad de deducir de ellas juicios a priori que cada uno debe admitir sin recurrir a la experiencia. La otra insiste en que se presupone una estructura ontológica, prácticamente innata, del ser humano que en todo tiempo y en todo lugar organiza de la misma manera y a priori un material que es incognoscible como tal. Ahora bien, Sohn-Rethel propone una tercera posibilidad: el origen de las formas de conciencia (y conocimiento) no es ni empírico ni ontológico, sino histórico. Las formas de pensamiento, esos “moldes” en los cuales los datos particulares han de ser emitidos, no derivan del pensamiento mismo, sino de la acción humana. No de la acción como tal, una categoría que ella misma resulta filosófica y abstracta, sino de la acción histórica y concreta del ser humano.<br /> <br /> Lo más interesante de la obra de Sohn-Rethel reside en aquellos aspectos de su teoría centrados en el análisis de la ciencia y la tecnología. Comienza con la intención de demostrar que las formas categóricas originadas en una sociedad basada en la división clasista, donde el conocimiento de la naturaleza adopta la forma de una actividad mental pura, dirigida por la clase dominante independiente de la producción manual y por tanto de rivada de otras fuentes que no sean las del trabajo manual.<br /> <br /> La tesis, propuesta incluso por marxistas, de que la tecnología cien tífico-natural está exenta de valores y por tanto es neutral, sólo se puede sostener si se asume el punto de vista ahistórico de esta cien cia. Así pues, si esta ciencia se percibe “en sí misma” (ajena al proceso histórico en el cual se ha construido, y abstrayéndose del hecho de que su admirada dominación de la naturaleza estuvo siempre me diatizada a través de la “dominación del hombre por el hombre”), entonces es fácil pasar por alto su naturaleza de clase. El hecho de que las categorías de la ciencia natural sólo desplieguen su naturale za opresiva bajo condiciones de socialización capitalista, no niega su carácter inherentemente manipulador y dictatorial. No fue una ane xión que realizó el capital, el cual antes que nada transformó esta ciencia en un instrumento de dominación y valorización, la ciencia ya poseía estas características –al menos en potencia– antes de su aplicación por parte del capital. Y por esta razón es más justificado designar a esta ciencia por su carácter anticipatorio de la lógica de la dominación capitalista.<br /> <br /> “¿Cómo se puede desenmarañar la complicada red de relaciones entre el ser humano y la máquina, entre la sociedad y la ciencia, que ahora amenaza con estrangularle? Esta obra intenta hacer justamente eso. Pero al hacerlo ha de lidiar necesariamente con problemas de una abstracción exasperante, debe indagar en áreas de una complejidad tan inusitada que a lo mejor es demasiado fácil perderse en los aspectos cruciales que llevan a este libro a una posición privilegiada. Digo “necesariamente” porque es justo la abstracción y la complejidad con las que el núcleo del cinismo se ha atrincherado en sus raíces históricas, de modo tal que nos ofusca respecto al modo general de perversión que sigue la tecnología hoy en día. Toda la transacción, en tanto que tal, se ha perpetrado a nuestras espaldas y las de nuestros antepasados.<br /> <br /> Así pues, las dificultades del libro no son meros adornos; son dificultades inherentemente esenciales para alcanzar un verdadero y convincente análisis, en términos histórico-materialistas, de la escisión entre mente y mano así como de la emergencia del pensamiento abstracto. El desarrollo de la ciencia moderna y la tecnología tiene que ver con estos fenómenos y hasta que sus secretos históricos se descifren ante nuestros ojos, la tecnología continúa tratándonos sin consideración alguna”</p>
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<p><font size="3" face="georgia">En este volumen pretendemos mostrar que los discursos de futuro y el pensamiento utópico acompañan también y muy fundamentalmente la literatura del exilio y la diáspora, y presentar las muy diversas formas que tienen de articularse. Los estudios que reunimos se centran mayoritariamente en autores y autoras del siglo XX y XXI, protagonistas de los exilios y diásporas provocados por una historia marcada por el signo de las catástrofes. Documentan el exilio alemán, específicamente también judío alemán, el exilio español y asimismo la diáspora árabe en la actualidad. Así se confirma una cierta razón cronológica en el panorama que ofrecemos: los exilios clásicos del siglo XX relacionados con el ascenso de los fascismos, la Guerra Civil española, el nacionalsocialismo y el asesinato en masa de los judíos europeos, y finalmente las diásporas actuales resultado de gobiernos totalitarios.</font></p>
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<p>Nos ha parecido oportuno pensar la belleza desde múltiples perspectivas. La belleza múltiple, el título que hemos dado a este volumen, refleja cuán variadas y eclécticas pueden ser las aproximaciones a la belleza. El presente volumen es un ejercicio altamente ecléctico en donde varias voces han externado enfoques y puntos de vista muy diversos que, si bien parecen desarticulados, permiten constatar la amplitud de las reflexiones sobre el arte y la estética. El lector se encontrará con ensayos que guardan gran distancia entre sí y que proyectan diversas preocupaciones relacionadas con el abandono de la belleza y la importancia de hacerla renacer, o con la variedad de formas en las que ésta puede entenderse de acuerdo a las distintas formas de expresión y a los diversos entornos culturales. Los ensayos aquí reunidos de Lluís X. Álvarez, Mirian Rodríguez, Luis Feás, Adriana Clavel, Miguel Alfonso Bouhaben, Angelo Sturiale, Cristina Morales, Rubén Figaredo, Thomas Heyd, Mariana Méndez-Gallardo, Shekoufeh Mohammadi, y María Molina, muestran la pluralidad de intereses que existen alrededor de la teoría artística, la historia del arte y la filosofía del arte. A pesar de las distintas visiones que ofrecen cada uno de ellos, pueden verse algunas preocupaciones en común: hacia dónde va el arte, en dónde se encuentra el arte, cómo entender la estética y la belleza, cómo entender el arte y las expresiones artísticas desde distintas culturas.</p>
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<p class="" style=""><font size="" face="">Zygmunt Bauman, junto a un selecto grupo de pensadores (José Mujica, <span style="">Serge Latouche, Tony Atkinson, Mariana Mazzucato, Erik Brynjolfsson, Daniel </span><span style="">Raventos, Rutger Bregman, Nick Hanauer...) analiza la problemática más </span><span style="">preocupante de nuestro siglo: cómo el cambio tecnológico que, según las </span><span style="">predicciones del economista más importante del siglo xx, John Maynard Keynes, </span><span style="">«nos iba a procurar una riqueza inmensa y la solución a todos los problemas </span><span style="">económicos», nos está llevando, por el contrario, a una dramática desigualdad, </span><span style="">injusticia y a una vía sin retorno.</span></font></p> <p class="" style=""><font size="" face="">El recoge tanto las preguntas como las propuestas para poder <span style="">adaptarnos a nuevos trabajos, nuevas reglas económicas y sociales y, sobre </span><span style="">todo, y quizás lo más complicado, a una nueva forma de vivir.</span></font></p>
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<p>La muerte sorprendió a György Lukács trabajando en una "Ontología del ser social" que dejó inacabada. La primera parte se publicó en castellano en 2007 (Akal, trad. de M. Ballestero). Aquí se presenta la segunda parte, en que Lukács reivindica críticamente la dialéctica hegeliana como aportación esencial a una ontología. Subraya que la filosofía de Hegel no puede entenderse sin la primacía ontológica de la razón en un mundo que ha sido conformado por la Revolución francesa, y en el que la sociedad burguesa se despliega con su contradictoriedad inmanente. <br /> El marxismo, heredero de la dialéctica de Hegel, pondrá al descubierto esa contradictoriedad y sus efectos históricos. Como señala Manuel Ballestero en su introducción, Lukács, al volver sobre la Lógica de Hegel, enfrenta el trabajo de elucidar la significación profunda de esa dialéctica, generalmente denostada y poco conocida entre nosotros.</p>
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<p>Perry Anderson: La primavera francesa<br /> ¿Cómo ha logrado Emmanuel Macron convertirse en presidente de Francia prácticamente de la noche a la mañana? ¿Cuáles son las probables consecuencias de su mandato? La larga época de alternancia connivente entre el centro-izquierda y el centro-derecha y su abrupto final; las realidades del Front National de Le Pen y la respuesta de La France Insoumise de Mélenchon. ¿Ha llegado, por fin, el neoliberalismo con fuerza a París? En ese caso, ¿cuáles serán las repercusiones para Europa?<br /> <br /> Julian Stallabrass: Memoria e iconos<br /> El destino del icono bélico fotográfico en la era del periodismo empotrado en las unidades combatientes y de la cámara digital: ¿por qué se recuerdan tan pocas imágenes de la conquista de Iraq y se preseleccionan tantas de la caída de las Torres Gemelas? Las importancia de las contranarrativas para fijar el significado de las fotos de combate o de sufrimiento y las posibilidades latentes ofrecidas por la actual democratización de la producción de imagen.<br /> <br /> Tom Hazeldine: La revuelta de las áreas industriales deprimidas<br /> La geografía histórica del referéndum celebrado en el Reino Unido sobre la Unión Europea, que ha enfrentado a Londres, Escocia e Irlanda del Norte con todas las regiones de Inglaterra aparte de su mimada capital. Análisis de las regiones septentrionales como eje de la victoria de los partidarios del abandono de la ue y de la suma de las razones que explican su desafección del establishment de Westminster y su persistente rebelión, que precipitó el sorpresivo resultado electoral de 2017.<br /> <br /> Owen Hatherley: Comparando capitales<br /> En un época en la que está de moda hablar de «ciudades globales», Göran Therborn ofrece un panorama antitético de las capitales del mundo, localizadas en los seis continentes, como centros de poder político, combinando la sociología y la iconografía de sus diseños, edificios y monumentos, de Washington dc a El Cairo, de Bruselas a Islamabad. Owen Hatherley escribe sobre sus conclusiones y las evalúa.<br /> <br /> Patricia McManus: Distópicos felices<br /> Los temores suscitados por la cultura de masas, que no generan visiones de dominio a través del miedo, sino de los narcóticos de la conformidad y la abolición de la intimidad, presentes en las novelas de Huxley y Eggers: la «sociabilidad total» a la que solo logran resistirse las figuras del individuo condenado. La desaparición incluso de la alta cultura como refugio nominal en la transición más allá de Un mundo feliz.<br /> crítica<br /> <br /> Francis Mulhern reseña el libro de Ferdinand Mount, English Voices: Lives, Landscapes, Laments. La sensibilidad política y literaria del pensador conservador británico intelectualmente más independiente, asesor de Margaret Thatcher, admirador de Virginia Woolf y devoto de William Gladstone.<br /> <br /> Alice Bamford reseña el libro de Amanda Anderson, Bleak Liberalism. Rehabilitación de los oráculos intelectuales de la Guerra Fría al servicio de un ethos trágico y de una política pragmática, y su entrelazamiento como una estética liberal en la ficción que va de Anthony Trollope a Doris Lessing.<br /> <br /> Tim Barker reseña el libro de John Judis, The Populist Explosion: How The Great Recession Transformed American and European Politics. Virtudes y paradojas de un sensato antídoto a la histeria atlántica bien pensant del momento actual.</p>
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<p>Ruskin decía que su mente trabajaba “como un símil de Virgilio, muchos pensamientos en uno”. Los mitos griegos se entrelazan en La reina del aire como un “sedoso damasco” que su autor se encarga de desurdir para nosotros mediante un diálogo constante con el lector. Una vez dejamos que Ruskin nos guíe a través de los mitos de Atenea, resulta difícil volver a pensar en ellos, si es que alguna vez lo hemos hecho, como historias excéntricas u obsoletas. Por el contrario, la interpretación que nos brinda resulta tan perspicaz y elocuente que plantea cuestiones tan urgentes como dispares. Por eso, al leer sobre los fundamentos de la arquitectura, las familias de plantas o las deficiencias del modelo económico, no hay que tirar de los temas como hilos molestos que sobresalen de un tejido. Todos tienen su lugar, y veremos que se entretejen hermosa y sabiamente si aprendemos a confiar en la unidad que preside una obra tan rica y compleja como <em>La reina del aire</em>.</p>