-
<p>Este pequeño libro constituye un ejercicio de lectura de Marx a la luz de un tema fundamental en los debates críticos contemporáneos: la producción de subjetividad. No es esta, evidentemente, una fórmula que se encuentre en los textos marxianos: el anacronismo ?conscientemente practicado? apunta, sobre todo, a producir un cortocircuito temporal, a echar luz sobre las problemáticas de Marx y a definir mejor nuestro presente. La originalidad de Marx coincide con su ?intempestividad?. En estas páginas, Marx es interrogado a partir de la exigencia de pensar políticamente el presente, a fin de identificar la naturaleza específica de las relaciones de explotación y dominación que constituyen al capitalismo contemporáneo, así como de interpretar la radicalidad de las luchas en las que constantente se reproduce y recualifica la cuestión de la liberación. En el punto de intersección de estos dos ejes, Marx nos convoca a pensar la producción de la subjetividad.</p>
-
<p>Por uno de los giros dialécticos cuyo secreto tienen solamente los grandes proyectos de instrumentación, ha sido declarado conforme a la esencia misma de la libertad que unos fueran libres de utilizar a los otros, y los otros libres de dejarse utilizar por los primeros como medios. Ese magnífico encuentro de dos libertades lleva el nombre de salariado.<br /> <br /> La vida social no es más que otro nombre para la vida pasional colectiva. Reconocer su carácter profundamente estructurado no impide entonces, todo lo contrario, retomar el problema salarial «desde las pasiones», para preguntar de nuevo cómo el pequeño número de los individuos del capital consiguen poner a andar para sí mismos al gran número de individuos del trabajo; bajo qué regímenes diversos de movilización, y con la posibilidad, quizás, de conciliar hechos tan dispares como: los asalariados van al trabajo para no deteriorarse (=comer); sus placeres de consumidores compensan un poco (o mucho) sus esfuerzos laborales; algunos dilapidan su vida en el trabajo y parecen sacarle provecho; otros se adhieren resueltamente al funcionamiento de su empresa y manifiestan su entusiasmo; un día los mismos se vuelcan a la revuelta (o se arrojan por la ventana).</p>
-
<p>Muestro aquí los detalles, los acontecimientos y hasta los cálculos numéricos para reproducir el tajín ?el sarnaqawi? que me lleva de la historia oral a la sociología de la imagen.</p> <p>La visualización alude a una forma de memoria que condensa otros sentidos. Sin embargo, la mediación del lenguaje y la sobreinterpretación de los datos que aporta la mirada, hace que los otros sentidos ?el tacto, el olfato, el gusto, el movimiento, el oído? se vean disminuídos o borrados en la memoria. La descolonización de la mirada consistiría en liberar la visualización de las ataduras del lenguaje, y en reactualizar la memoria de la experiencia como un todo indisoluble, en el que se funden los sentidos corporales y mentales.</p> <p>Me inspira que la sociología de la imagen sea una especie de "arte del hacer", una práctica teórica, estética y ética que no reconozca fronteras entre la creación artística y la reflexión conceptual y política.</p>
-
<p>• Perry Anderson, «La casa de Sión»</p> <p>• Iván Szelényi, «Capitalismos después del comunismo»</p> <p>• Verónica Schild, «Feminismos latinoamericanos»</p> <p>• Carlos Spoerhase, «Seminario vs MOOC»</p> <p>• Sven Lütticken, «Personificación»</p> <p>• Francis Mulhern, «La pervivencia de la Comuna»</p> <p>• Marco d'Eramo, «Vida portuaria»</p> <p>• Jeffery Webber, «El dominio de los bosques chilenos»</p> <p>• John Newsinger, «Hambrunas en Bengala»</p> <p>• Walter Benjamin, «Junto a la chimenea»</p>
-
<p>La ´Patafísica fue uno de los revulsivos más serenos del siglo XX. Una suerte de medicamento vomitivo que alivia allí donde inflama y cura donde congestiona la zona afectada. El objetivo de los siguientes ensayos es dar a conocer las intenciones y peripecias del Colegio de ´Patafísica, y además incluyen la escasamente conocida historia de los miembros de la sucursal argentina, así como las andanzas del Otro Ilustre Colegio de ´Patafísica de Valencia.</p>
-
<p style="text-align:justify;">Lewis Mumford señala que en la tradición china se solía desear a los enemigos que les tocase vivir «tiempos interesantes». Era una forma de condenarlos a la turbulencia, los cambios violentos y el desequilibrio. Corría la década de 1950, y Mumford afirmaba que, sin duda, los tiempos que les había tocado vivir eran «tiempos interesantes». Con ello se refería a que la mecanización daba lugar a una reducción inédita de las capacidades humanas para crear y modificar sus condiciones de existencia, extendiendo al mismo tiempo la escasez y la hambruna, las guerras y el culto a los regímenes totalitarios.</p> <p style="text-align:justify;">Nuestros tiempos puede que sean incluso más «interesantes». La culminación de la sociedad tecnológica parece haber agotado los intentos por frenar el proceso de automatización. El precio del progreso mecánico es que el ser humano abandone el núcleo fundamental de su existencia, y lanzado a toda velocidad, pierda de vista las señales de peligro. En la progresión ascendente de nuestra complejidad técnica es esa misma inercia la que nos sigue arrastrando. Todas las prótesis tecnológicas que adquirimos para no tener que tomar decisiones nos hacen más vulnerables y nos someten más al criterio de la máquina.</p> <p style="text-align:justify;">Lo que Langdon Winner llamara «sonambulismo tecnológico» expresa muy bien esta sensación de estar marchando con el piloto automático. Pero mientras nuestro cuerpo se sigue adentrando en el entramado tecnológico, nuestra mente sigue pensando en términos religiosos, y por ello asistimos a la creación de una nueva fe, con su iconografía, sus mártires y sus santos. De modo que aquellos dispuestos a renunciar a «las ventajas prácticas» para salvaguardar su autonomía han quedado casi reducidos a la condición de una secta herética dentro de la mayoritaria religión tecnófila.</p> <p style="text-align:justify;">Es posible que la plena integración en la megamáquina no sea más que el delirio de unos cuantos que tratan de afianzar así su dominio sobre el resto. Pero entonces la incomodidad y el desasosiego que sentimos serían un último síntoma de salud de aquella parte de la vida que aún se resiste a ser sometida.</p>
-
<p>El lector hallará en este libro una reflexión sistemática, fundamentalmente filosófica, pero también psicológica y sociológica, sobre el modelo de Estado (centrado en España) más adecuado para el contexto ya irreversible de mundialización en todos los órdenes del siglo que comienza. El libro propone una discusión incisiva y desinhibida sobre el paradigma “nación” en sus significados identitario, histórico, cultural y simbólico para, finalmente, polemizar y debatir sobre la vindicación de la legitimación política inapelable e incuestionable que las ideologías nacionalistas derivan de la existencia de una comunidad nacional.<br /> <br /> Ante esta tesitura, se propugna una refundación del Estado, radical y profundamente democrática, sustentada exclusivamente en la dignidad natural que toda persona posee por el mero hecho de serlo; es decir, vindicando la dignidad natural de la persona como sujeto de derecho político irrecusable en el que reside la soberanía política que instituye la Democracia y constituye la Ley Común del Estado moderno.<br /> <br /> En cuanto sistemas sociopolíticos y culturales intersubjetivos, el ideario de los nacionalismos –como el de las religiones o las ideologías– ni es susceptible de imposición (a quien no lo desea), ni de represión (a quien lo desea). De donde se deduce que los nacionalismos no pueden ser racionalmente vindicados como argumento de legitimación política, pues ello sería contrario a la eticidad inherente a la Democracia y a la dignidad insoslayable de la persona como único sujeto de derecho político detentador de soberanía.</p>
-
<p>GOTTLOB FREGE (1848-1925) fue profesor de matemáticas durante toda su vida, pero su obra lo convierte en una figura central en la filosofía del lenguaje y la filosofía de las matemáticas, en uno de los fundadores de la lógica moderna y, por tanto, en un pensador imprescindible para el desarrollo de la filosofía del siglo XX. Entre él y Bertrand Russell establecieron los cimientos del estilo de pensamiento conocido actualmente como “filosofía analítica”, con influencia decisiva en el llamado “Círculo de Viena”, ampliamente hegemónico hoy día en el mundo anglosajón y con presencia importante también en el continente europeo, España incluida. <br /> <br /> Entre sus aportaciones más conocidas figura su famoso desdoblamiento de la noción de “significado” en los dos aspectos que, por lo general, designamos en castellano con los términos ‘referencia’ (en alemán, Bedeutung) y ‘sentido’ (en alemán, Sinn). Con el primer término indicaba la «cosa» significada por el signo de que se trate, y con el segundo, básicamente, la relación de dicho signo con el resto de signos del lenguaje o, al menos, con los más estrechamente relacionados con aquél. <br /> <br /> Si bien sus obras fundamentales, Los fundamentos de la aritmética (1884) y Las leyes básicas de la aritmética (1893) contenían un error de base (puesto en evidencia por Russell), los análisis que en ellas se hacen han sido enormemente fecundos para el desarrollo ulterior tanto de las matemáticas como de la lógica.</p>
-
<p>Simone Weil va escriure febrosament, en sentit literal, en els darrers mesos de la seva vida per, quan acabés la guerra, poder iniciar una nova França lliure. Aquest és el text que va preparar, sense el consentiment dels seus caps. L’arrelament és un contracte social, una carta magna, una constitució rara avis, que posa la reflexió en una nova civilització. És un text viu i fibrós que ens segueix interpel·lant, proposant-nos un futur utòpic i al·lucinant. </p>
-
<div>«El mundo moderno es hegeliano». «Es marxista». «Es nietzscheano». Ninguna de estas proposiciones tiene en sí mismas trazas de ser una paradoja. Pero el triple enunciado, «El mundo moderno es hegeliano, marxista y nietzscheano», tiene algo intolerablemente perturbador. ¿Cómo puede este mundo moderno ser a la vez eso, esto y aquello? ¿De qué forma puede responder a doctrinas diversas, opuestas en más de un punto, incluso incompatibles? Si el mundo moderno «es» a un tiempo eso, esto y aquello, lo es porque estamos ante ideologías que planean sobre la práctica social y política. Si esta triplicidad tiene sentido, quiere decir que cada uno de los autores estudiados (Hegel, Marx, Nietzsche) ha captado «algo» del mundo moderno, algo a punto de formarse y que germinó desde el final del siglo XIX hasta el presente.</div> <div> </div> <div>Si es cierto que el pensamiento hegeliano se concentra en un concepto, el Estado; si es cierto que el pensamiento marxista insiste en lo social y la sociedad; y si es cierto, por último, que Nietzsche ha meditado sobre la civilización y los valores, la paradoja permite vislumbrar un sentido que hay que descubrir: una determinación triple del mundo moderno, que implica conflictos múltiples y, quizá, inacabables en el seno de nuestra realidad.</div>
-
Sin stock<p>Con la publicación de este libro, se pasa revista y se examina documentalmente el contexto, circunstancias y efectos humanos que tienen en Ludwig Wittgenstein determinados eventos vitales que incidn de un modo muy particular en su ser. No se trata aquí de hacerse eco de la densa abstracción filosófica que contiene (y evoca) desde siempre el discurso y la racionalidad de Wittgenstein, sino de recaer (y en demostrar) su valiosa sensibilidad humana respecto a vivencias, pensamiento, conciencia y sentimientos interpelados en la mente y el corazón del brillante y complejo pensador austriaco.</p>