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<p>La de Mark Fisher és probablement una de les mirades més lúcides, àcides i descarnades sobre la pèrdua d’imaginació política i el tancament d’horitzons de canvi real al nostre món. Sense cap condescendència, <em>Realisme capitalista</em> aborda i aprofundeix en la impotència que regna no només en la cultura oficial sinó també en les resistències que se li oposen. Fisher arriba a considerar les grans protestes massives com «escenificacions» que feien l’efecte que «el moviment anticapitalista consistia a llançar una sèrie de demandes histèriques que no esperava que es complissin».</p> <p>A través d’una fina i penetrant anàlisi de la producció cultural de les últimes dècades, però també dels canvis socials i les polítiques institucionals, <em>Realisme capitalista</em> desentrella allò que anomena «estalinisme de mercat», entès com una lògica social i política on els símbols i les representacions són més importants que la realitat mateixa, i que seria una característica central del «realisme capitalista».</p> <p>Així, Fisher descriu la teranyina de contrasentits que habitem. La multiplicació burocràtica d’un capitalisme que ideològicament presumeix de desburocratitzador; el classisme arrelat a les mètriques del suposat igualitarisme meritocràtic; el deteriorament del sistema educatiu a través d’uns mecanismes d’excel·lència que «dediquen més esforços a assegurar la bona imatge del servei que a millorar-lo»; o la multiplicació dels trastorns psiquiàtrics i afectius com el producte d’una societat suposadament centrada en el benestar individual.</p> <p>A partir d’aquesta crítica, Fisher planteja la necessitat de recuperar la capacitat de construir horitzons de canvi real amb una relació amb la realitat basada en estratègies de no-adaptabilitat a les lògiques que regeixen l’escenari tancat del capitalisme. La construcció d’un anticapitalisme que no sigui una mera reacció, sinó un rival d’aquesta societat de producció de malestar.</p>
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<p>Camino de perfección, este recoleto sumario de osadías y alegrías se presentó a guisa de una colección de pensamientos y esbozos del natural que conformarán una idea única, cuyo rudimento es aún más libre de lo que pudiera parecer. Trata, aún más de lo que pudiera parecer, de la decencia. Sus compañeros en la búsqueda de esa idea fueron la Pregunta y lo Pequeño. Su enemigo: la Soberbia, declarado y siempre acechante para quien indaga demasiado en cierta verdad de los mutables sentimientos.</p>
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<p>La ´Patafísica fue uno de los revulsivos más serenos del siglo XX. Una suerte de medicamento vomitivo que alivia allí donde inflama y cura donde congestiona la zona afectada. El objetivo de los siguientes ensayos es dar a conocer las intenciones y peripecias del Colegio de ´Patafísica, y además incluyen la escasamente conocida historia de los miembros de la sucursal argentina, así como las andanzas del Otro Ilustre Colegio de ´Patafísica de Valencia.</p>
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<p>[...]<em>Pegar una estampilla, ser operado de apendicitis, utilizar un distribuidor automático, en estos actos variados descubre coherencias o consecuencias inesperadas, en ocasiones una función ritual y mágica. Así, desgarra el velo de indiferencia que cubre el mundo cotidiano: el suceso se convierte en cuento maravilloso en virtud de una mirada que rechaza las evidencias ostentadas. De este modo, Jarry hace aparecer mitos hasta entonces invisibles: en las páginas que siguen veremos el retorno regular de la máquina que se interpone entre el hombre y el mundo y que se convierte en el objeto de un conflicto terrible. Máquinas muy reales (como el «castigador ortomático» de «Azotar a las mujeres») o múltiples máquinas metafóricas tienen una doble función: aplastar al hombre y su deseo, pero también hacerle sospechar que no es más que una máquina que se ignora a sí misma</em>.[...]</p> <p>[...] En las crónicas que aquí se reúnen, Jarry sigue escrupulosamente esta regla: él medita sobre gastos cotidianos, pequeñas prácticas sociales, se interroga acerca de lo que hacemos maquinalmente, acerca de lo que nos sucede.</p>
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<p>[...] La vida es bella para quien traspasa las fronteras de lo convencional, se evade del infierno industrial y huye lejos del humo insalubre de las fábricas y del hedor pestífero de las tabernas; para quien se despreocupa de las restricciones de la respetabilidad, de los temores del «qué dirán» y de las murmuraciones vulgares. La vida es bella para el anarquista. [...] Antes una choza, un vaso de agua y un puñado de castañas, que la labor en común con quien no place. Que toda la civilización perezca con sus casas de seis pisos, sus ascensores, sus aeroplanos, sus rápidos, su telegrafía sin hilos y sus monstruos marinos de guerra, si todo esto hace aumentar la dependencia del individuo. [...]</p>