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<p>Una mujer de origen tailandés desaparece en Frankfurt cuando se disponía a conseguir los papeles con los que se libraría de su segura deportación. El detective Kemal Kayankaya -turco de nacimiento y aspecto, alemán de pasaporte y educación- recibe el encargo de encontrarla. Su búsqueda le obligará a recorrer los mundos y submundos que convierten en una odisea la vida de refugiados e inmigrantes ilegales desde su llegada a Alemania. El aeropuerto de frnkfurt, la Oficina de Extranjería y los bajos fondos cierran el triángulo de un ambiente hostil hacía los extranjeros y de una atmósfera de indiferencia ante lo que le pueda acontecer a una inmigrante ilegal como Sri Dao Radkee.</p>
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<p>Cuatro miembros del «Frente Ecologista» son acusados de la muerte de un industrial, propietario de una fábrica de productos químicos que contamina con sus desechos un lago cercano.</p> <p>Aunque reconocen su participación la noche del asesinato en un acto de sabotaje contra la planta química, los cuatro acusados niegan cualquier relación con el asesinato. Según declaraciones de los testigos, fueron cinco las personas participantes en la acción, pero de la quinta persona no se tiene ninguna pista. El defensor de los acusados encarga al detective privado Kemal Kayankaya la búsqueda del quinto hombre...</p>
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<p>En Frankfurt, en el corazón financiero de la rica alemania, un turco aparece apuñalado en un callejón del barrio de la estación central de trenes. el lugar de los hechos, medio habitual de prostitutas, drogadictos y hampones hace pensar en un crimen común. A nadie parece importarle mucho la muerte de un «moro» en Alemania, tampoco a la policía. Kayankaya, detective de origen turco criado en el seno de una familia alemana, recibe de la esposa del fallecido el encargo de encontrar al asesino. En un ambiente hostil y cargado de racismo, a Kayankaya, con su humor corrosivo por principal aliado, no le va a resultar fácil encontrar a alguien dispuesto a colaborar en sus pesquisas.</p>
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<p>Intersecciones es una recopilación de historias y poemas que nos propone irnos de África volando con EARL LOVELACE y el tío Bango; viajar en taxi por las calles de Teherán con SAID; oír la balada al viento de PAULINA CHIZIANE; emborracharnos con la cerveza de Baba Pesa en la fiesta de MEJA NWANGI; casarnos con Abla, la sexta esposa del abuelo de SALIM ALAFENISH; huir con JOSÉ EDUARDO AGUALUSA en el último barco negrero de la historia; pedir turno en la panadería de SULEIMAN CASSAMO; descubrir con MIA COUTO a Josinda a través de Jezequiel; comer labba cocinada por PAULINE MELVILLE; acompañar a GISÈLE PINEAU a encontrar la muerte en Point-au-Pitre; preguntar a YVONNE VERA si nos deja consolar a Phephelaphi y echar de menos a RAJVINDER SINGH como si fuera hijo nuestro.</p>
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<p>«Me gustan las tertulias de la tarde con DON AURELIO.– Se dice DON JACIENTO mientras entra en el café», «Patrañas permutadas en conmutación cero» y «solloplañir S.A.», son las tres obras de teatro radiofónico que componen este volumen, con el que Anselmo Gekreisch comparte con todos nosotros sus idas y venidas de cabeza.</p>
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<p>Esta serie de historias noveladas están protagonizadas por exiliados y exiliadas republicanos españoles salidos de España en 1939. Algunos de ellos, los más jóvenes, habían asistido a nuestra guerra civil como meros espectadores, en cuanto a su participación directa, porque «espectador», en el sentido estricto de la palabra, no hubo ninguno, tuvo este signo peculiar, nunca alcanzado por ninguna conflagración bélica: la de haber despertado el interés y provocado la participación de gentes de los más apartados lugares de la Tierra. La mejor prueba de ellos es la presencia de miles y miles de brigadistas internacionales procedentes de cincuenta y tantos países.</p>
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<p>El metro-caleidoscopio nos desvela su significado en el movimiento. El metro es un espacio en movimiento que podemos medir o sentir, que es lo mismo, con el paso de las historias que viven en él. Este certamen "Un metro de 350 palabras", también podríamos haberle llamado "Un metro de cien historias distintas".</p>
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<p>Y desde la atalaya en la que por la muerte se hallaba situado el Vicario abarcaba un basto horizonte de miseria: miseria que venía a recompensar a los que, como él, incapaces de asumir la condición humana y ante los embates del dolor, se habían extenuado en apuntalar el edificio del consuelo imaginario y la mentira; miseria para los que, como él, habían un día sacrificado el contenido de la vida y repudiado el juicio. Mas de aquellos seres, condenados a la cobardía y por la cobardía, él había sido no interpar sino instigador, maestro y príncipe. De ahí que la restaurada lucidez (por mala suerte no antes que en la hora de la muerte) tuviera para él connotaciones de particular indigencia. Y así, sobre su cuerpo, sudoroso e irremediablemente gélido, sentía ceñirse ahora ese mismo velo que durante tantos años había empañado su razón y su palabra. Este texto trae al tribunal de la razón una existencia como la del Papa.</p>