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<p>Después de El islamismo cara a cara, cuya edición francesa es de 1995, y de El islamismo en tiempos de al-Qaida, de 2005, viene esta obra, que es de 2016 ¡una década o poco más entre cada uno de los tres títulos! Las ediciones de Bellaterra han seguido esta pauta decenal, muestra de un interés, que entendemos general, hacia una de las voces más coherentes, autorizadas y al tiempo poco conformes con el paradigma occidental sobre la cuestión islamista.</p> <p>Esta obra retoma los temas clave del pensamiento de Burgat: fundamentalmente, la consideración del islamismo como la expresión más genuina de la acción política en tierras del islam y la pertinencia de «hablar en musulmán», es decir, de utilizar el léxico islámico para formular los valores de la modernidad, en cuanto que los vuelve accesibles a sus sociedades. Junto a ello, la denuncia de los errores, cuando no la brutal ignorancia, de la política occidental en el mundo islámico, y más concretamente en el árabe; unos errores que al menos en parte afectan al movimiento islamista, en cuanto que ha sido estigmatizado, acosado y directamente reprimido, siempre en defensa de los intereses creados por regímenes excesivamente sumisos a Occidente.</p> <p>Para cerrar la reflexión que inició El islamismo cara a cara, el autor añade un aspecto tan significativo como estimulante, el subjetivo: el relato de un compromiso personal y profesional (en ningún caso individual) con el mundo árabe. Burgat ha residido o visitado ampliamente todos los estados árabes, ha establecido relaciones profundas con sus intelectuales y creadores de opinión, ha seguido la evolución de sus sociedades… y ha sacado conclusiones, que son las que presiden su visión de la realidad árabe, distintas de las de buena parte de los islamólogos de su país, frente a los que expresa sus diferencias.</p> <p>Para comprender el islam político es, pues, la apasionante historia de un compromiso; pero es mucho más: es afirmación y denuncia y sobre todo, una llamada a la concordia, una concordia que solo puede provenir del reconocimiento y el respeto.</p>
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<p>Existeix una idea molt estesa sobre el fet que és millor no parlar dels conflictes relacionats amb els llocs de culte (i en especial de l'islam), o almenys que no acaba sent necessari fer-ho. En contrast amb aixó, hem indagat en les possibilitats que ens proporciona eel diàleg per construir consensos bàsics, sentits compartits, que no evitaran necessàriament els conflictes, ja que aquests són, en molts dels casos, simples símptomes que ens revelen altres malestars i necessitats insatisfetes. Aquest llibre reflecteix la investigació sobre els processos d'obertura i localització de nous centres de culte a Catalunya, recorrent a metodologies de recerca en les quals es planteja la participació i el diàleg dels diferents actors involucrats en els esmentats processos.</p>
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<p>«És difícil, avui dia, pensar lliurement, i encara més pensar com a ateu. Afirmar que els ideals de la filosofia de la Il·lustració encara són d’actualitat ens fa passar, paradoxalment, per reaccionaris, per islamòfobs, fins i tot per companys de viatge del Front Nacional, assimilat al feixisme. En un món que repeteix massivament “Jo sóc Charlie”, si Voltaire tornés, passaria per un defensor del fanatisme! És el món al revés.<br /> <br /> En aquest llibre, Pensar l’islam, em proposo reactivar el pensament de la Il·lustració. No es tracta d’estar a favor o en contra de l’islam, sinó de pensar-lo com a filòsof. Llegeixo l’Alcorà, examino els hadits i les biografies del Profeta per demostrar que en aquest corpus hi ha material per al pitjor i per al millor: el pitjor és el que les minories combatives activen per mitjà de la violència; el millor, el que les majories silencioses practiquen privadament. La República ¿com ha de considerar les dues maneres de ser musulmà? ¿Hi ha relacions i ponts de pas entre les minories combatives i les majories silencioses, sabent que la història la fan els primers i no pas els segons? <br /> <br /> Aquest llibre també relaciona el que tothom s’ha posat d’acord a dir-ne “terrorisme” amb la política estrangera islamòfoba que França duu a terme des de fa anys darrere l’OTAN. Anomenem “barbàrie” el que no volem entendre. L’islam terrorista ha estat creat en part per l’Occident bel·licós. Les coses no són tan senzilles com, d’una banda i de l’altra, ens volen fer creure. Per això cal posar-se a pensar. Sobre aquesta qüestió i sobre moltes més.»</p>
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<p>Els nostres prejudicis s’imprimeixen en les nostres institucions i, per tant, en la vida de tots nosaltres. La voluntat d’acceptar un pensament ideològic —és a dir, un pensament que per definició no és propi, que és cec a l’experiència i a les contradiccions que sorgeixen quan es consulten camps més amplis de coneixement— és una capitulació que ningú no hauria de fer. És una traïció a les nostres ments extraordinàries i a tots els recursos esplèndids que la nostra cultura ha preparat per al seu ús.<br /> <br /> Hem sotmès el pensament a la ideologia. Cada pregunta és en tots els aspectes la mateixa pregunta; cada resposta, la mateixa resposta. Per què ningú no ha fet res? Per egoisme. Això és cert de tota l’espècie, però és especialment cert dels americans. On és la saviesa, el coratge, la generositat, la dignitat personal en tot això? Pensar en aquests termes és innocent. Aquestes qualitats són simplement aparents, mai determinants.</p>
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<p>El 14 de mayo de 1948, Israel apareció como Estado gracias a la Resolución 181 de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947 que había determinado la división de Palestina en un Estado judío y un Estado árabe. La no aceptación de la Resolución por parte de los países árabes provocó la guerra de 1948, llamada por los israelíes guerra de la Independencia, mientras que para los palestinos fue la Nakba (el gran desastre).</p> <p>Desde entonces pesan sobre la cabeza de uno y otro bando más de seis décadas de guerra y terrorismo, asesinatos selectivos, represalias contra la población civil, diversas intifadas, muros divisorios, aislamiento y campos de refugiados, proyectos y propuestas de paz que quedan en nada, en una convivencia difícil, donde cada parte siente la angustiosa sensación de estar siempre en peligro. Ya no es sencillamente una disputa inmobiliaria, para ver quien es el amo de la casa –como dijo Amos Oz–, la cosa se ha convertido en una cuestión mucho más compleja, que pasa por cómo se ha construido la narrativa ideológica, la manipulación de las fuentes, la desinformación, la vulneración de los derechos humanos, la supervivencia en el día a día, la construcción de asentamientos «ilegales» bajo el visto bueno de las autoridades políticas en los Territorios Ocupados... que perviven a pesar de todo.</p> <p>A finales del siglo XIX Palestina era una unidad geopolítica predominantemente árabe bajo gobierno otomano, con escasa población judía. El sionismo nace en Europa en la época convulsa de la formación de los estados modernos que luchaban por los derechos del individuo, la autonomía y las libertades nacionales. Su finalidad era crear un Estado judío independiente y soberano en la tierra de los antepasados, Sion, que pusiera fin a tanta discriminación social: los pogromos, las persecuciones, las diferencias sociales; en definitiva, a las reacciones antisemitas del mundo europeo. En él confluyen diversos pensamientos que van desde el socialismo y el marxismo del movimiento Hashomer Hatzair hasta el ortodoxo del partido Agudat Yisrael y que tienen en común la búsqueda del renacimiento nacional, la reconstrucción de la identidad del pueblo y la creación de un territorio autónomo para el pueblo judío.</p> <p>Fue un largo camino de actividad colonial en Palestina que acabó con la creación del Estado sionista de Israel en 1948, que ha desembocado en el Israel de hoy. <em>Regreso a Sion</em> da cuenta de ese recorrido.</p>
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<p>El concepto de libertad religiosa tiene una amplia historia en el pensamiento político. Después de siglos de luchas, esta libertad ha entrado en los tratados internacionales de derechos humanos, que obligan al Estado a resguardarla. El Convenio Europeo de Derechos Humanos protege la libertad de creyentes, ateos y agnósticos. Sin embargo, esta protección debe equilibrarse con la necesaria garantía de los derechos de terceros y del orden y la seguridad públicos. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha ido señalando cuáles son las exigencias concretas que el Convenio impone en campos tan dispares como la financiación de las organizaciones religiosas, el uso de prendas con significado religioso, la objeción de conciencia, la educación religiosa o la manifestación de la religión en el espacio público.</p> <p>Las sentencias que conforman la jurisprudencia europea muestran la preferencia por una interpretación liberal clásica de los derechos, al tiempo que asocian la libertad a una interpretación no siempre uniforme del principio de igualdad. Por otra parte, flexibilizan mucho la interpretación del Convenio, dejando un margen de discrecionalidad bastante amplio a los Estados para definir sus propias políticas. Este libro proporciona una perspectiva crítica y rigurosa sobre el tema evitando caer en excesivos tecnicismos que puedan complicar su lectura. Busca un enfoque que supere la estricta dimensión jurídica para situarse en el campo de una reflexión política más amplia.</p>
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<p>«A más de un lector el tema central de este ensayo le parecerá ilegítimo, por no decir indignante. De entrada lo refutarán muchos laicos, decididos a definirse como judíos. Para otros yo no sería más que un infame traidor, corroído por el odio a mí mismo. Muchos judeófobos han dado por sentado que plantear algo así es imposible y absurdo, ya que para ellos un judío siempre pertenece a otra raza…». Estos son los términos con que comienza esta pequeña, y sin embargo inmensa, obra: no solo constituye una especie de epítome de los resultados de una tan prolongada como distinguida carrera académica, sino también de cómo esta puede –y sería bueno que siga pudiendo– aplicarse a la existencia colectiva de una nación.</p> <p>Comenzando por el mismo autor. A la luz de su obra, Shlomo Sand se pregunta qué significa <b>ser judío al margen de la religión</b>. Más aún: qué significa ser judío <b>laico</b>. Y llega a la conclusión de que la judeidad en un sentido contemporáneo no deja de ser un constructo con muy poca relación con un pasado, que de este modo adquiere las dimensiones míticas que le corresponden; despojada de ellas, el judío se convierte en un ser humano que se enfrenta a sus múltiples identidades como los demás seres humanos y con las mismas armas intelectuales y psicológicas. Incluida la posibilidad, que Sand reivindica, de dejar de serlo.<br /> Esto tiene claras connotaciones políticas: la judía dejaría de ser una nacionalidad (sí lo sería la israelí); ello obliga a tener en cuenta a los palestinos como hijos –expoliados– de la misma tierra que hoy constituye Israel. Ese empeño, al que Sand ha dedicado su obra, muestra la verdadera dimensión humanista, democrática y socialmente comprometida de un intelectual que, junto a algunos otros intelectuales israelíes, no deberían dejar de ser «la voz que clama en el desierto».</p>
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<p>El feminismo será negro o no será. Contará con todas y demostrará la solidaridad y comprensión de todas, o siempre estará cojo. Siete vientos riza el rizo porque además se apoya en las creencias de la religión del candomblé, con una de sus diosas africanas, Yansá, a la cabeza, mostrando la diversidad del universo femenino. Su potente mensaje se despliega a través del crudo testimonio de siete mujeres que completarán el rompecabezas de una sola, y avanza sobre la estructura de un espectáculo teatral difícil de olvidar.</p>
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Sin stock<p>Apoyado en una abrumadora exposición documental, Brenner analiza las principales líneas de pensamiento y actuación sionistas en la Europa de las primeras décadas del pasado siglo. Una montaña de evidencias textuales nos descubre las profundas afinidades ideológicas entre el movimiento nazi y el movimiento sionista de entreguerras, que no sólo renunció a combatir al nazismo en auge, sino que pactó con él para vaciar Europa de judíos, objetivo abiertamente compartido por ambos movimientos antes de que los nazis se decantaran por la «solución final». Obviamente, los sionistas no deseaban el exterminio de los judíos, «tan sólo» su éxodo a Palestina, donde esperaban construir un Estado étnicamente «puro» para su comunidad. Cuando vieron que su pacto con el diablo conducía a los hornos crematorios ya era demasiado tarde.</p>
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<p>En la actualidad, comprendemos que el futuro de la humanidad depende en gran medida de nuestro planeta, y que el futuro de éste depende igualmente de la humanidad. Pero esto no ha sido siempre tan evidente para nosotros. Hasta ahora, la Tierra ha estado tolerando nuestros descuidados hábitos domésticos. Pero actualmente el abuso por parte de los seres humanos, el nivel de población y la tecnología han alcanzado un punto en el que la Tierra ya no acepta nuestra presencia manteniéndose en silencio.</p>