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<p>Estas son las memorias de un revolucionario desconocido, de un hijo de la segunda mitad del XX procedente de un pueblo andaluz que nació de nuevo en Barcelona, en l'Hospitalet del urbanismo salvaje. Se hizo hombre trabajando a destajo, estudiando en las escuelas nocturnas, viendo cine y descubriendo el mundo de los libros… En busca de la República, conoció la CNT y el POUM y se inició en la aventura militante desde las nuevas izquierdas. En el 68 cruza la frontera, y en París formará parte de la “promoción Krivine”, que estaba renovando la tradición trotskysta. De regreso, asistirá al furor y a las crisis de la primera LCR. Ocupará cargos, pero los combina con el activismo vecinal y cultural. Vive la Transición como una ruptura con la República. Forma parte de la izquierda derrotada que ve cómo se cierran las asociaciones de vecinos, desaparecen ramas sindicales, cierran editoriales, fracasan proyectos culturales, y cómo las mentiras del franquismo dan lugar a otra historia oficial que acabará olvidando la historia social y militante… En los ochenta desarrolla una intensa labor de divulgación cultural, a contracorriente. Los noventa son de crisis abierta. La contrarrevolución conservadora global se combina con el desplome local de la LCR, que coincide con una traumática separación sentimental, y en consecuencia con una crisis personal en la que todo es puesto en cuestión. Estas memorias están concebidas como un intento de explicar un tiempo y una generación. Un tiempo de ilusiones y derrotas, y una generación que creyó posible la revolución.</p>
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<p>Visto desde el punto de vista de los valores, los testimonios personales, a pesar de su inevitable subjetivismo, son en último extremo una de las fuentes que más interés conceden a la historia. Y las autobiografías, cuando están escritas con honradez, sin buscar con ellas justificaciones que las invaliden y se hacen con la objetividad que la vida permite —lo que no excluye la pasión— son un medio de primera utilidad y muchas veces, como ocurre con la de Fidel Ibáñez, un texto de sugerente lectura.</p> <p>Otra razón más hay para considerar estas memorias como un documento de interés especial: conocer de primera mano el nacimiento, desarrollo y trabajo del movimiento obrero en Aragón, y más concretamente el de Comisiones Obreras. Fidel Ibáñez —y eso le cualifica de manera especial— fue el primer secretario general (o responsable máximo, si así se prefiere) que tuvo Comisiones Obreras en Aragón y fue, en su condición de tal, el encargado de poner en pie y de iniciar un camino que haría de Comisiones, con todas las limitaciones que la situación de la dictadura imponía, el más importante movimiento organizado de masas de la época.</p> <p>En definitiva pues, estamos ante unas memorias que van más allá de la explicación de una vida. Unas memorias que son testimonio social y político de una época, precisamente la que ha marcado el actual presente que tenemos y que, sin duda, seguirá siendo referencia imprescindible para el futuro. Si algo queda pues, es agradecer a Fidel este recorrido que, entre otras muchas cosas, deja constancia del valor y del trabajo, por decirlo con palabras que estamos empezando a usar, de un viejo militante.</p>
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El MIL
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