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<p>Para los sectores tanto laicos como religiosos del movimiento sionista, la Biblia se convirtió en un texto fundacional, por cuanto expresa con nitidez la idea doble de un pueblo elegido y una tierra prometida. Para ello les ha sido preciso adoptar una lectura del libro que parte de su historicidad: dado que establece unos derechos –sean históricos o por donación de la divinidad– absolutos y exclusivos, la legitimidad de la ocupación de la región es indiscutible y se sobrepone a cualesquiera otros derechos, incluido por supuesto el de los habitantes de la región a lo largo de los últimos casi dos mil años.<br /> Esta obra reveladora rastrea los mecanismos por los que un texto de carácter sagrado ha pasado a ser un libro de historia. Para ello ha necesitado dar la espalda a buena parte de la crítica bíblica e incluso la arqueología contemporáneas, acudiendo a interpretaciones literalistas del Libro y a la utilización sesgada de los escasos datos documentales: desde el papel de la Biblia para justificar la Nakba de 1948 hasta la consolidación del sionismo religioso de carácter fundamentalista, pasando por las aportaciones del mesianismo cristiano, La Biblia y el sionismo ofrece el ejemplo más acabado y actual de una interpretación que en muchos aspectos ha sido la base de una trágica impostura, cuya superación –eliminando el etnocentrismo que es el corolario de la visión bíblica– es la única salida a una situación que clama a la conciencia universal.</p>
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<p>Con la publicación de este libro se completa hasta nuestros días la serie de tres volúmenes que, con el subtítulo de <em>Una Lectura Libertaria de la Transición</em>, ha venido publicando la Fundación Anselmo Lorenzo, los cuales nos traen la visión crítica, aguda y siempre interesante que el autor hace de la actualidad política española.</p>
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<p>La reflexión de lo femenino nos ayudará a pensar contra el tiempo que vivimos y sobre la procedencia misma del pensamiento. Las ideas, la misma abstracción filosófica y política no son un puerto de llegada sino un acontecer. Los ocho capítulos reunidos aquí nos permitirán pensar lo femenino como un devenir. <i> Femenino-masculino</i> constituye el binomio ilustrativo e hipotético para pensar contra el tiempo que vivimos y recapacitar sobre la procedencia misma del pensamiento y su adversa bibliografía. Esperamos que los ensayos reunidos en este libro brinden herramientas de interpretación y nutran la noción de femenino como problematización clave de las ciencias humanas contemporáneas.</p>
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<p><em>[…] El surrealismo no está hecho para complacer a aquellos que tienen necesidad de una «línea» política u otra: demasido anarquista para la mayoría de marxistas, demasiado marxista para los anarquistas; demasiado amante de la poesía y de la pintura para los políticos, demasiado deseoso de revolución para los escritores y artistas; demasiado inclinado a las investigaciones teóricas para los activistas, demasiado indisciplinado para los profesores; demasiado poéticamente riguroso para los chantajistas espiritualistas, demasiado cercano a lo maravilloso para los aquejados de racionalismo instrumental; demasiado freudiano para la izquierda positivista y puritana, demasiado salvaje para los médicos usurpadores y los conservadores del psicoanálisis […]. El surrealismo sólo puede florecer a su manera. Contra y alejado de los paradigmas dominantes […].</em></p> <p>Cuando en 1966 algunos pretendieron celebrar un entierro —el fin del surrealismo con la muerte de Breton— brotó una semilla al otro lado del océano, y muestra del vigoroso árbol que creció es esta sucinta pero escogida compilación del pensamiento y la actividad del Grupo Surrealista de Chicago. El conjunto de estos textos es representativo de una actividad revolucionaria que ha atacado sin tregua el urbanismo penitenciario, la ideología de los zoos, la Organización Mundial del Comercio, la cultura rancia y elitista, el fetichismo de la mercancía representado en el arte de Warhol y la acomodación al estado encarnada en el «viejo» y estalinista Picasso. Pero también el Grupo Surrealista de Chicago ha hecho una crítica radical del racismo, del patriarcado... en definitiva de la autoridad. Y siempre con la ayuda del «umor», de la experimentación, del juego y del amor. En perpetua compañía de Bugs Bunny y sus «cómplices populares», del blues y de los «inspirados del borde de las autopistas del pensamiento y la imaginación creadora», los componentes del Movimiento Surrealista en los Estados Unidos han redactado las volantinas más hilarantes, cáusticas e incendiarias y han escrito los análisis más lúcidos de los acontecimientos, llegando a su cenit en el análisis y la defensa de la Revuelta de Los Ángeles de 1992.</p> <p>Los textos incluidos en <em>¿Qué hay de nuevo, viejo?</em> —dispuestos de modo cronológico para tener una visión más clara de la naturaleza emocional e intelectual, poética y política de esta particular aventura— nos acercan a una de tantas realidades norteamericanas que constantemente son ignoradas en Europa. De alguna manera, de estos textos se destila una de las otras historias de los EE.UU.</p>
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<p>Los nacionalismos son, por su propia naturaleza, reaccionarios. Representan la tendencia contraria a la creación de los grandes Estados, al desarrollo en gran escala de los medios de producción y comunicación. Anteponen sus mezquinas aspiraciones nacionales, en palabras de Engels, a la revolución. Y esto es así desde el primer momento. Cada vez que se presenta una gran ocasión histórica, una gran revolución, ellos toman el bando de la contrarrevolución.</p>
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<p>William Godwin ha sido considerado uno de los filósofos y escritores más originales en el nacimiento de la modernidad. Calificado de anarquista, ilustrado, racionalista y utópico, su pensamiento está teñido de las más plurales influencias. Sin embargo, como todo pensador, es producto de su tiempo. En él se reflejan las peculiaridades del entorno histórico, social e intelectual en el que creó sus ideas: la Europa que, recién salida de la Revolución francesa, se hallaba a la búsqueda de nuevos referentes. Con William Godwin se unen las preocupaciones de los siglos XVIII y XIX y se proyectan hacia la época contemporánea a través de su análisis sobre cuestiones tan actuales como la situación de la mujer, la ecología o los peligros de la homogeneización del pensamiento. Su apuesta por la autonomía individual y el progresivo perfeccionamiento del ser humano responden a una sincera confianza en la capacidad de cada individuo para lograr la libertad en el seno de una sociedad llena de desafíos al desarrollo ético de los hombres.</p>
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<p>Este texto prodigioso recorre el laberinto de la Europa finisecular de la mano de un singular flâneur. Bajo la óptica de la crisis, los intelectuales del momento levantaron un coherente y oscuro sistema de signos que constituye un fragmento ignorado y fundamental para recomponer la genealogía de la mentalidad posmoderna. Es ésta una oportunidad única para conocer los míticos pasajes de Benjamin, el infierno de Strindberg, las noches de spleen de Baudelaire, los rituales de magia de Papus y la teurgia de Eliphas Lévi, las intoxicaciones de opio de Alfred Jarry y la galería secreta de monstruos sexuales de Krafft-Ebing.</p> <p>El recorrido del ensayo pasa por manifestaciones literarias, artísticas o escénicas del Fin de Siglo, pero recuperando también la importancia de prácticas de la vida cotidiana como los diarios íntimos, el esoterismo, el consumo de drogas, la sexualidad, la decoración o la vestimenta.Para articular su investigación, el autor se apropia del mito clásico de Narciso como el relato modelo que explica ese momento en toda su complejidad. Todo está incluido en este fascinante viaje a través de la historia de la subjetividad contemporánea.</p>
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<p>El discurso no es sólo un mensaje destinado a ser descifrado, es también un producto que ponemos a disposición de los demás y cuyo valor se define en relación con otros productos, ya sean excepcionales o comunes. El efecto del mercado lingüístico, que se materializa en la timidez o el pánico escénico al hablar en público, se manifiesta en los intercambios más nimios de la vida cotidiana: valga como ejemplo los cambios de lengua que, en situaciones de bilingüismo, sin siquiera pensarlo, los locutores operan en función de las características sociales de su interlocutor. Además de instrumento de comunicación, la lengua es también un signo externo de riqueza y un instrumento de poder. La ciencia social debe intentar justificar lo que, bien pensado, no deja de ser un acto de magia: se puede actuar con palabras, órdenes o consignas. ¿La fuerza que despliegan las palabras procede de las propias palabras o de sus portavoces? Así pues, nos enfrentamos a lo que los escolásticos denominaban el misterio del ministerio, milagro de la transustanciación que reviste a la palabra del portavoz de una fuerza superior, que le otorga el grupo en el que la ejerce. Al pensar el lenguaje desde otro punto de vista, podemos abordar el campo por excelencia del poder simbólico, el de la política, lugar de la previsión como predicción que pretende producir su propia realización. Y comprender, en su economía específica, el debate regionalista o nacionalista, aparentemente alejado de la racionalidad económica. Pero también podemos desvelar la intención reprimida de algunos textos filosóficos, cuyo rigor aparente no es más que el rastro visible de la censura, especialmente rigurosa, del mercado al que están destinados.</p>