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<p>Una de las enseñanzas ideológicas más persistentes en los Estados Unidos es que nuestra sociedad está especialmente libre de enseñanzas ideológicas. La ideología es algo importado de tierras extrañas o que han introducido en nuestros hogares grupos supuestamente siniestros, como la “ideología comunista”. Sin embargo a los americanos se nos adoctrina sobre ciertos preceptos, como el patriotismo, el hombre rico hecho a sí mismo y la viabilidad rentable del mercado libre. También recibimos nociones sobre raza, clase y relaciones de género y sobre la distribución democrática del poder en nuestra sociedad pluralista. Mi opinión es que la mayoría de estas creencias son en sí mismas ideológicas. Sin embargo circulan ampliamente, permanecen libres de cualquier examen crítico y se considera que representan el orden natural de las cosas. La cultura es cualquier cosa menos neutral. Es algo más que nuestra herencia común, que el aglutinador social de nuestra sociedad. El pensador político del siglo XVIII, Edmund Burke, se refería a ella como el vínculo imponderable de consenso que mantiene unida a la sociedad. Pero la cultura además de ser un campo de consenso también lo es de conflicto. Mientras que algunos de sus atributos los comparten prácticamente todos los miembros de la sociedad, en otros no ocurre así. Muchas costumbres operan en beneficio de algunas personas en particular y en perjuicio de otras. En otras palabras, la cultura frecuentemente es algo que envuelve privilegios y desigualdades.</p>
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<p>¿Un libro que recopila insultos? En esta época de sobresaturación de textos pretendidamente revolucionarios, de teorías que pretenden explicar lo que aún permanece inexplicable y de teóricos que hacen suyo el pensamiento surgido en torno a Mayo del 68, hemos considerado que resulta absolutamente pertinente ofrecer una obra, sencilla y bellamente presentada, que hable por sí sola. El tipo de insultos que reciben las más de quinientas personas mencionadas en "Ese imbécil llamado Sartre", da ciertas respuestas sobre el grado de pensamiento salvaje y de táctica revolucionaria defendidas por los situacionistas, auténticos expertos en el arte del insulto. Pero también nos habla de la época en que su discurso se desarrolló y alcanzó un inusitado eco, así como de su radical rechazo hacia la derecha, pero también hacia las filas del mismo izquierdismo.</p>
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<p>El Atlas histórico de filosofía (del mundo griego al inicio de la ilustración) constituye una presentación anómala de la Filosofía: incluso las historias de la Filosofía, que hacen un recorrido cronológico por las diversas concepciones filosóficas, se atienen a su contenido teórico considerado de manera autónoma y toman los acontecimientos históricos como decorado o, en el mejor de los casos, como contexto, es decir, como elementos prescindibles y nada determinantes. La singularidad del Atlas histórico de Filosofía consiste, precisamente, en hacer jugar su papel a las circunstancias históricas desde las que se formulan las distintas posiciones filosóficas, permitiendo entender la obra de cada autor como posicionamiento teórico ante el mundo en el que vive. La Filosofía trata sobre los mismos problemas reales y prácticos que son abordados en las discusiones culturales o científicas y en las disputas sociales y políticas.</p> <p>Por eso, bastaría leer la obra de cada filósofo a la vista de los asuntos que preocupan a sus coetáneos para que se desvaneciera el prejuicio que identifica a la filosofía con el despliegue místico y autónomo de conceptos casi incomprensibles y que considera a los filósofos como personajes singularmente prendidos de una supuesta contemplación pura. Situar, así, las obras de cada autor en el momento histórico en el que las escribe permite entender las preocupaciones desde las que fueron escritas y, por eso, la profunda intención práctica que las anima: permite entender su sentido.</p>
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<p>Hay una literatura que oculta y huye de lo real, y otra que desvela las condiciones y reglas que rigen nuestras vidas -reales-. Desde el origen mismo de las literaturas vernáculas europeas, por la larga serie de los “relatos del mundo” que nos han precedido, sabemos que la clase y la ideología -la conciencia subjetiva del mundo- condicionan y determinan el uso de las técnicas literarias y la expresión poética de lo real -como determinan los discursos científicos y las prácticas tecnológicas-. Lo sabemos, desde el principio. Las vías de acceso y desvelamiento no son, pues, el problema; la voluntad de hacerlo, sí. Hemos renunciado a expresar la realidad presente amparándonos en la búsqueda del silencio y de lo eterno constante; en las reiteradas supuestas muertes de la novela, del teatro, de la poesía, del arte, de los dioses, del hombre y del mundo. Al tiempo que tratan de convencernos de que sólo la posesión y disfrute de las cosas/mercancías -mediante el reconocimiento y la consagración del mercado: incluido nuestro cuerpo/mercancía- tiene sentido. Y, no obstante, hay quienes resisten esa mórbida -y dorada- atracción del abismo; y no renuncian.</p> <p>Novelistas, poetas, dramaturgos, profesores y editores, coordinados por Matías Escalera Cordero, han construido este libro. Conquistar -quizás, reconquistarla- la realidad; puede que nos perdamos, que nos entretengamos y extraviemos el camino, a menudo; o que no sepamos apurar esta tarea, cumplirla cabalmente y acabarla del todo… Pero hay algunas cosas que sí sabemos: que los realismos, a menudo también, ocultan la realidad; que la relación entre lo real y lo verdadero no siempre es lineal; que la realidad no se muestra mediante la copia, sino mediante la síntesis; que los signos artísticos no pueden renunciar al Referente; y que necesitamos una literatura -un arte- que no tema, ni renuncie a las consecuencias.</p>
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<p><em>Estado de necesidad y legítima defensa</em><em> </em>es una reflexión sobre el uso de la violencia contra aquellos que son responsables de la posibilidad del genocidio nuclear. Anders sostiene que vivimos en un estado de necesidad, en un mundo en el que la vida humana y la vida del planeta pueden ser destruidas por actos de terrorismo perpretados por hombres omnipotentes que son analfabetos sentimentales. Frente a ese estado de necesidad, y una vez que se ha comprobado que todas las formas de respuesta pacífica (las manifestaciones, los hapening, los manifiestos, etc.) resultan inútiles, se impone la legítima defensa, la amenaza a esos responsables para que cambien de actitud. Se trata, pues, de una opción que busca imponer la no-violencia.</p>
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Sin stock<p>La historia del siglo XX es la historia del conflicto y las alianzas entre tres figuras: el ?sabio?, portador de la inteligencia acumulada en infinitos gestos de producción, creación y reflexión; el ?mercader?, que convierte los productos de la inteligencia humana en mercancía, y el ?guerrero?, expresión de la violencia que regula la relación entre inteligencia y mercancía, entre saber y técnica. <br /> El movimiento del 68 trató de liberar al sabio del control del mercader y el guerrero, opuso la autonomía y la autoorganización de la inteligencia colectiva al poder del dinero y la violencia. Después vino el contraataque capitalista de los años ochenta y noventa, la aparición del capitalismo digital, la proliferación incontrolada de identidades agresivas, la guerra global permanente decretada por la administración Bush... Sometido al mercader y al guerrero, el sabio acumula un enorme sufrimiento psicológico, expresado en las nuevas patologías de la atención que atraviesan hoy mismo nuestras sociedades. <br /> ¿Puede politizarse ese sufrimiento? ¿Puede construirse la independencia de las formas de vida fuera del circuito de la acumulación y el beneficio? ¿Pueden crearse otras instituciones de saber conectado, compartido? Para ello el sabio tendrá que tejer un vínculo inédito entre saber y no saber, entre la potencia del pensamiento y el amor por lo desconocido, lo que aún no sabemos, lo imprevisto.</p>
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<p>Éste es un estudio sobre las ideas de cooperación y de acción colectiva. El punto de partida es la historia narrada en el <em>Discurso sobre el origen de la desigualdad</em> entre los hombres de Rousseau. En esta obra, Rousseau compara la caza de la liebre, en la que la no-cooperación conlleva una recompensa pequeña, con la caza del ciervo, en la que es precisa la máxima cooperación aunque la recompensa también es mucho mayor. Tomaremos una dirección u otra dependiendo de si tomamos en consideración el riesgo implicado o el beneficio común. La posibilidad de una solución satisfactoria depende de la co-evolución de la cooperación y de la estructura social, y el autor se centra en tres aspectos que influyen en el nacimiento de esta estructura y que favorecen la acción colectiva: situación (interacción con los demás), señales (transmisión de la información) y asociación (la formación de redes sociales). Escrito con claridad y brío, este curioso libro sin duda será un referente para los estudiantes y los profesionales de la filosofía, la ciencia política, la economía, la sociología y la biología evolucionista.</p>