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<p>Liderazgo político, arte y espiritualidad andina van entrelazándose y desplegándose a lo largo de la infancia, la adolescencia y la edad adulta de Alfredo Toaquiza, persona representativa por trayectoria, de las comunidades kichwa andinas, desde los años 80 hasta la actualidad. Escrito muy desde dentro, con su propio lenguaje y sensibilidad, aunque en diálogo horizontal con la mirada externa de la antropología. Apuko es una etnografía en forma de relato de vida de Alfredo Toaquiza Ugsha, líder y juez indígena de origen kichwa nacido en los Andes de Ecuador (América), pintor reconocido de la llamada pintura andina de Tigua y conocedor de la espiritualidad andina. Escrito y narrado a cuatro manos entre Alfredo -como protagonista de vida, y Juan Ignacio, antropólogo, y también protagonista reflejado en la propia narración. Cada uno de los capítulos es ilustrado con alguno de los cuadros que Alfredo Toaquiza que ha creado expresamente para este proyecto. El libro que presentamos es fruto de un diálogo entre iguales. Un texto escrito a cuatro manos desde una relación mágica, fluida, chamánica, ambos leyéndonos mutuamente y penetrando nuestras mentes en un ejercicio de escritura a cuatro manos, a doble corazón.</p>
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<p><em>Arado torcido</em> narra la historia de Bibiana y Belonísia y de su familia. De su indestructible y poderoso vínculo y de la relación que mantienen con el mundo.</p> <p>Con esta maravillosa novela, Itamar Vieira Junior nos abre una ventana que da directamente a la vida de los moradores de las haciendas del desconocido Brasil rural, a sus costumbres y sus creencias, y a su manera de habitar la tierra.</p> <p><em>Arado torcido</em> es una historia inolvidable que conjuga con maestría la épica y la lírica, el realismo y la magia.</p> <p>Llamado a ser un clásico, <em>Arado torcido</em> —traducido por Regina López Muñoz— es un libro muy celebrado en su país. Ya ha vendido más de 250.000 copias y ha recibido los premios LeYa, Jabuti a la mejor Novela Literaria y Océanos de Literatura. Además, son numerosas las traducciones que hay en marcha; HBO ha anuncia una serie y Christiane Jatahy lo ha adaptado a teatro.</p>
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<p>Afrocentrismo, eurocentrismo, estudios caribeños... Para las fuerzas del nacionalismo cultural, prisioneras en sus campos respectivos, este libro audaz resuena como un grito de liberación. Hay, nos dice Paul Gilroy, una cultura que no es específicamente africana, americana, caribeña o británica, sino todo ello a la vez; la cultura del Atlántico negro, cuyos temas y técnicas van más alla del origen étnico o de la nacionalidad, y que es origen de una realidad nueva que, hasta el momento, nos había pasado inadvertida. <em>El Atlántico negro</em> no solo pone en entredicho las prácticas y los presupuestos de los estudios culturales, sino que enriquece la comprensión que teníamos hasta el momento de la modernidad. «Mientras que otros apenas se mojan los pies, Gilroy se sumerge en El Atlántico negro hasta el fondo y regresa con genuinas riquezas.»</p>
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<p>Por tantos desvíos se ha expandido esta trava-inspiración, que es difícil hasta empezar a hablar. ¿Por dónde? ¿Por cuál de sus nervaduras comenzar a nombrarla? Esta artista trans-sudaca nos inspira por todo lo que se despliega en su hacer: poeta, cantante, activista. Shock no es sólo protesta. Es la propuesta inmensa y potente de arrancarnos de raíz y volver a plantarnos, para brotar lo que queramos ser, por fuera de los binarismos y la matriz heterosexual. En este poemario recorremos sus muertas, sus dolores, su confianza política en el abrazo como modo de criar(nos), su determinación (cocinada colectiva e íntimamente) de jugar muy en serio a ver adónde vamos si intentamos ser cualquier cosa menos esta humanidad.</p>
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<p>«Fue en 1996 cuando el exagente de la Central Nacional de Informaciones, Carlos Herrera Jiménez, grabó su primer audiolibro en prisión. Su voz se guarda en decenas de casetes que hizo llegar a la Biblioteca Central para Ciegos, condenada a perpetuidad por sus crímenes».</p> <p>Alguien camina en la niebla, deambula entre lápidas y nichos recién cavados. Es un hombre de rostro endurecido y expresión marcial. La oscuridad es casi total, a lo lejos se escucha un salmo apócrifo. De pronto, una sombra aparece desde el interior de una tumba y le pregunta: ¿Quién es usted: hombre o demonio? Es un muerto. Mario Bravo, el Mauro y el Bocaccio son algunas de las identidades operativas que asumió el mayor en retiro Carlos Herrera Jiménez, autor material del homicidio del líder sindical Tucapel Jiménez y del carpintero Juan Alegría.</p> <p>A cincuenta años del golpe de Estado en Chile, Matías Celedón, en un ejercicio inédito de montaje, enfrenta al asesino a una voz que parece brotar desde el interior de su conciencia. Un viaje ficticio, una noche infernal construida con los fragmentos de cinco audiolibros leídos por Herrera Jiménez desde su celda en el Penal de Punta Peuco, donde cumple condena perpetua.</p> <p>«Autor material » es una novela estremecedora, que también es artefacto y ensayo, texto y sonido. Una obra brutal, un gesto de genialidad única, acaso una confesión forzada de uno de los crímenes más siniestros de la dictadura.</p>
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<p>“Ahora ya no pienso tanto en eso, pero todos sabemos cómo fue”, es la declaración de intenciones con la que Eric Nepomuceno desata la colección de cuentos, Bangladesh, tal vez. Un museo lleno de culpa, arrepentimiento, vergüenza y remordimiento. A veces pensando en los buenos tiempos y a veces huyendo del pasado más aterrador. Nepomuceno presenta al lector diecinueve historias que resumen la fragilidad humana, echando mano de un cuaderno repleto de vivencias y buenas ideas digno de ocupar posiciones nobles en la literatura brasileña de las últimas décadas. Es difícil escapar de su inquietante prosa y su técnica depurada; uniendo ambas, no hay salida. Bangladesh, tal vez es una sucesión de traumas que te acorralan contra la pared.</p>
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<p>Cuando tenía 18 años, fuerzas militares irrumpieron en su casa y se llevaron a sus padres. Luego, secuestraron a su hermana de 15 años y a su cuñada. Su hermano Sergio estaba haciendo la conscripción en la ESMA y nunca más volvió. En una noche, la del 15 de julio de 1976, Daniel Tarnopolsky perdió a toda u familia y se convirtió en un sobreviviente. Se exilió primero en Chile, después en Israel y en Francia hasta que el regreso de la democracia le ofreció garantías y fuerzas para volver al país. Su búsqueda nunca cesó. Su lucha lo llevó a ganar un juicio sin precedentes en el 2004, por el cual el ex almirante Emilio Massera debió pagarle una indemnización. </p> <p>Nada de esto le devolvió a su familia. Tardó en enconrar algo de paz. Buscó, como muchos, en la religión un lugar de contención y de alivio; buscó también en videntes y médiums alguna respuesta para poder recrear la historia de aquella noche en la que la violencia lo dejó solo. Necesitaba entender, reconstruir desde las ruinas. </p>