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¿Es la familia un agente natural de reproducción del orden establecido? Así era el caso bajo el Antiguo Régimen, cuando el padre de familia recibía del soberano la garantía efectiva de su poder, y a cambio le aseguraba a éste la obediencia de sus súbditos. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XVIII, este equilibrio empezó a romperse.

Cuando la riqueza, y por tanto el poder, pasó a ser una cuestión de producción y ya no de gasto o saqueo, fue necesario economizar los cuerpos y gestionar las poblaciones, y por tanto intervenir en la familia. Tal es el papel de la policía, entendida entonces en un sentido mucho más amplio que su versión represiva actual: una ciencia de la felicidad al servicio del poder nacional. Un siglo después, este poder adoptó las múltiples caras de la filantropía: paternalismo en las empresas, moralización a través del ahorro, higienización a través de la medicina. Todas estas prácticas convergieron a principios del siglo XX en la creación del llamado sector social. Y, de este sector, la familia es el epicentro. Por un lado, la familia fue objeto de empresas higienistas que desestabilizaron la autoridad patriarcal para infundirle normas que garantizaran la conservación, la calidad y la disponibilidad social y productiva de los individuos. Por otra parte, la familia es un punto de apoyo para una moralización de las relaciones sociales a través del ahorro y de una determinada educación y sexualización.

En cuanto a la infancia, La policía de las familias aborda dos casos. Primero, la Libertad protegida: la familia burguesa utiliza los aportes de la psicopedagogía para el desarrollo del niño y le controla a través de una discreta vigilancia. En segundo lugar, el modelo pedagógico se apunta como Libertad vigilada, para dicho modelo el problema es el "exceso de libertad", por lo que tratará de hacer al niño apegarse a los espacio de mayor vigilancia: la escuela y el hogar, alejándolo del otro lugar de socialización por excelencia: la calle.

En la educación pública se plantea por ejemplo qué hacer con aquellos individuos considerados "indeseables". El éxito del psicoanálisis puede entenderse por su utilidad en este nuevo orden de la relación familia-sociedad. Su pertinencia reside en un discurso que introduce una circularidad entre la ambición familiar y las normas de los aparatos sociales y, por tanto, un método que permite sacar al individuo de la familia y devolverlo a ella a placer cuando lo necesita.

El hombre unidimensional - Herbert Marcuse
Tratado del saber vivir para uso de la jóvenes generaciones - Raoul Vaneigem
Las cárceles de la miseria - Loïc Wacquant
Mi trayectoria intelectual - Norbert Elias
TIEMPO, TRABAJO Y DOMINACIÓN SOCIAL - Moishe Postone
MANICOMIOS - Erving Goffman
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